1. Hermanita fogosa


    Fecha: 26/10/2018, Categorías: Incesto Autor: Ricardo Diaz, Fuente: CuentoRelatos

    ... turbaron completamente, desviando mi mirada mientras mi rostro se cubría de un rosado intenso, producto más de la vergüenza que del calor ambiente. No pude quedarme cerca de ellas, pues la mirada de patricia me había desarmado completamente y ahora ella estaba advertida de que era objeto de mis deseos. ¡Que duda podría caber después de que me sorprendió viendo sus piernas con mirada de lujuria que tenía en el momento en que fijó sus ojos en mí! Entre avergonzado y turbado salí de la sala para buscar refugio en la soledad del patio. Esa tarde la pasé bajo el parrón, acostado en la hamaca, sin dejar de pensar en las piernas de patricia, en sus muslos tentadores, que invitaban a tocarlos y a recorrerlos hasta alcanzar el tesoro que se escondía entre sus piernas. Me imaginaba que usaba bikinis blancos y que estos protegían una mata de pelos abundantes y rizados y una grieta de labios gruesos, rosados, frescos y húmedos. Me imagine recorriendo con mis manos ese par de columnas, que se abrían invitadoras a mis caricias, hasta alcanzar la anhelada meta, húmeda de deseo. En tanto exploraba el precioso bulto, mis labios besaban sus senos por sobre la blusa, provocando suspiros de deseo por parte de patricia. Y mientras mi imaginación lograba todo lo que deseaba de mi vecina, mi mano se internaba en mi pantalón para intentar un alivio a mi deseo creciente. Un ruido de voces y pasos interrumpió mi fantasía y me acomodé lo mejor que pude para ocultar mi estado de excitación. Las que ...
    ... llegaban eran Patricia y mi hermana Claudia, enfrascadas en animada conversación, que interrumpieron cuando se dieron cuenta de mi presencia. Una mirada de Claudia me dio a entender que mis afanes de ocultar mis actividades solitarias no habían tenido pleno éxito, lo que me llenó de vergüenza, pues mi erección era evidente. Patricia pareció no darse cuenta, pues siguió conversando con mi hermana como si nada pasara. Ellas se retiraron a otro rincón del jardín, dejándome solo y frustrado. Al rato me llegaron las risas ahogadas de ambas compartiendo quizás qué secreto. Algunas horas después, cuando patricia ya se había retirado a su casa a esperar la llegada de su esposo del trabajo, yo continuaba en la hamaca, rumiando aun mi rabia por el papelón hecho, que me había puesto en evidencia primero con patricia y después con mi hermana Claudia. Me levanté dispuesto a entrar a la casa cuando un ruido como el jadear de alguien llamó mi atención. Me dirigí al lugar de donde me parecía que venía el sonido, que era una higuera ubicada al fondo del patio y que se encontraba aislada y a la cual era difícil llegar, por lo escondida que estaba. En la semi penumbra del atardecer pude distinguir a mi hermana Claudia sentada en el suelo y apoyada contra el tronco de la higuera, con la cabeza levantada y sus ojos cerrados, en tanto una de sus manos desaparecía entre los pliegues de su falda y se movía frenéticamente. Su otra mano se había metido por el escote de su blusa y masajeaba uno de sus ...
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