1. Hermanita fogosa


    Fecha: 26/10/2018, Categorías: Incesto Autor: Ricardo Diaz, Fuente: CuentoRelatos

    ... senos, al mismo compas del ritmo del masajeo bajo su falda. El ruido que había escuchado eran los suspiros de mi hermanita que subían de tono en la medida que aumentaba el ritmo de su masaje entre sus piernas. La sorpresa de ver a Claudia masturbándose pronto fue cambiada por el deseo que despertó en mí ver sus piernas al aire y uno de sus senos que se había librado de su prisión y se mostraba impúdico, mientras los suspiros se hacían cada vez más profundos y el masaje más frenético. Claudia, de 20 años, era una joven muy bien formada y sus piernas eran dignas de ser admiradas, al igual que sus senos, los que tenía ante mi vista para poder opinar con sobrado conocimiento. Sin darme cuenta, mi instrumento había alcanzado una dimensión de proporciones. Cuando sentí la molestia que me producía la presión de mi verga en el pantalón, casi como en éxtasis lo saqué y empecé a darle masajes lentos, profundos, intensos, mientras devoraba con la vista el paisaje que mi hermanita me ofrecía. Con la vista fija en las piernas de Claudia, intentando ver lo que ocultaba al final de las mismas, seguí masturbándome lentamente, como haciendo durar lo más posible el gozo que me estaba dando el espectáculo y el masajeo. De pronto mi hermanita dejó de tocar su vulva y cuando yo levanté la vista desde sus piernas me encuentro con su mirada puesta en mi instrumento. En ella no había sorpresa, solo deseo. Me miró fijamente, con la boca semi abierta y su lengua asomándose, lamiendo sus labios de ...
    ... deseo. La miré como esperando algún gesto. Ella se sonrió y asintió, invitándome a acercarme mientras se recostaba en el suelo. Me acerqué y puse mi mano donde ella se había estado masajeando. Encontré su gruta de amor húmeda de deseo. No había ninguna prenda íntima que se interpusiera en el camino de mis deseos, por lo que abrí sus piernas y poniéndome encima de Claudia le puse mi verga a la entrada de su vagina, sin atreverme a penetrarla. Entonces ella se aferró a mis nalgas, subiendo las piernas, y me atrajo mientras subía su cuerpo, logrando que mi instrumento la penetrara hasta la mitad. Un suspiro prolongado de Claudia me indicó que estaba feliz con mi herramienta en su interior, por lo que la tomé de las nalgas y terminé de hundirle mi cosa hasta el fondo, dedicándome a meterla y sacarla repetidamente, hasta que ella logró un orgasmo prolongado que fue seguido inmediatamente por otro mío. Me quedé con la verga hundida en el interior de mi hermana, intentando recuperar el aliento, en tanto ella suspiraba quedo y seguía aferrada a mis nalgas, con los pies cruzados sobre mi espalda y mirándome profundamente a los ojos. Al cabo de un rato empezó a moverse lentamente, en forma circular, mientras me besaba el cuello con un beso largo y quedo, suave e intenso. Mi herramienta se recuperó rápidamente y empecé a moverme nuevamente en su interior, ahora más calmadamente, con la intención de disfrutar mejor el incesto. Pero Claudia tenía otros planes, pues demasiado pronto para mi ...