1. La madre de mi amiga me azotó su padre me penetró


    Fecha: 16/11/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Margaryt, Fuente: CuentoRelatos

    Hace ya cuatro años, todo comenzó como un juego, pero sentirme dominada fue algo muy especial para mí. Mi amiga disfrutó viendo a su madre azotarme con su chancla, pero no vio el deseo y el ímpetu de su padre penetrándome. Entonces yo tenía diecinueve años. Mi amiga Beatriz es preciosa: es delgada y muy alta, sus pechos llegan a la altura de mi boca, me gustaría morder sus pezones. Yo soy bastante guapa, pelirroja de melena larga y algo rizada, mi sexo tiene pocos pelos, pero mi monte de venus está bastante poblado. Mis pechos son grandes, mi culo firme y mi cintura estrecha; y mi piel es clara como la leche y mi rostro está lleno de pecas. Pero a Beatriz no le van las chicas, me lo dejó claro el día que le cogí el culo sin pedirle permiso. Visitar su casa es entrar en un mundo de elegancia, su madre es la diseñadora de su propia casa. La madre de Beatriz es una señora de unos sesenta años, pero muy bien conservada. La primera tarde que Laura, así se llama la madre de Beatriz, me tocó, me estremecí y sentí su personalidad fuerte, haciendo que yo me sintiera débil entre sus manos. Estábamos estudiando las dos una asignatura de la facultad en una mesa en el porche; su madre se colocó de pie detrás de mí y me puso una mano en el hombro derecho, apretándolo con fuerza, Beatriz miró a su madre y sonrió. La señora Laura me dijo: —Margarita, eres preciosa, te molesta que te toque un poco, como un cariñito. —No sé señora, es algo extraño, pero si le hace ilusión por mi encantada, yo ...
    ... también soy de dar abrazos y cariñitos, jaja que cosa más curiosa. —Gracias preciosa, tienes una mirada que hace estremecer, tus ojos claros son muy penetrantes jovencita, gracias por dejarme. Dicho esto me dio un pellizco en la mejilla, ¡tan fuerte!, que me dejó la cara ardiendo, luego deslizó sus manos por mi cintura, las metió dentro de mi camiseta y me agarró por encima de mis caderas, ¡con fuerza!, clavándome un poco las uñas al apretar mientras me besaba, repetidas veces, la nuca; al irse su madre me dijo Beatriz: —Margarita, a mi madre le van las mujeres, pero de un modo algo especial; mi padre lo sabe y le gusta verla "cazar". Si te molesta que te toque le digo algo a mamá. —No, no le digas nada, estoy confundida, pero también excitada, me ha gustado que me pellizque, es algo extraño y más, haberlo hecho delante de ti, pero me he sentido bien, ya sabes que soy bisexual y tu madre, aunque es bastante mayor también tiene su morbo. Cada tarde que estudiaba allí y, bajo la atenta mirada de mi amiga, su madre, cada vez iba más allá en sus tocamientos, siempre pidiendo permiso primero muy amablemente, algo que me parecía súper raro, más tocándome delante de mi amiga Beatriz, pero precisamente eso me daba un morbazo que me ponía chorreando nada más entrar en su casa. En esa época yo tenía diecinueve años y deseaba sentir intensamente. Una tarde de estudio Laura me sacó los pechos por debajo de la camiseta, alzando esta hasta mi cuello y, ¡delante de su hija!, y me los magreó ...
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