1. La madre de mi amiga me azotó su padre me penetró


    Fecha: 16/11/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Margaryt, Fuente: CuentoRelatos

    ... deseo y de soberbia que me penetro mentalmente. Estar desnuda, por mandato de Laura, me excitaba y me hacía sentirme vulgar; como un guiñapo; pero cuanto más sucia y baja me sentía, más empapado se ponía mi sexo y más excitado y ardiente estaba todo mi cuerpo. Regresó Beatriz del aseo y seguimos estudiando las dos (poco estudiábamos en esa situación). Mi amiga Beatriz me miraba las tetas como si fueran suyas, y eso me gustaba y ponía mis pezones duros como dardos apuntándola. Laura salió de la piscina y, en el borde de la misma se puso sus chanclas de goma. Se sacó por los pies la parte inferior del bikini, dejándome ver su sexo, muy bonito para tener sesenta años: su pubis era un triángulo perfecto de vello negro y brillante, su clítoris asomaba un poquito por abajo; se dejó puesta la parte superior de bikini negro. Miró fijamente a mis ojos claros y me dijo: —Margarita, preciosa, ven y ponte de rodillas en el filo de la piscina, que te voy a azotar con una de mis chanclas de goma. — Sí señora, pero, ¿con una chancla?, ¿no me dolerá mucho Laura? — dije como una pava, sin estar segura siquiera si lo deseaba sinceramente o no. —Claro que te dolerá, ¡no te va a doler!; hay esta la emoción, tontita. Dudé si seguir adelante... miré a mi amiga Beatriz, que me observaba con cara de satisfacción al ver como su madre iba a hacer de mí "su presa". No entendía el porqué de que el castigo tuviera que "aplicarlo" con una chancla, mejor hubiera sido una fusta o su mano; porque una ...
    ... chancla es algo muy chabacano para ser el objeto que me azotara a mí, toda una señorita; la vulgaridad de un calzado de goma me hacía sentir doblemente humillada… quizás eso era lo deseaba Laura, no sé. Me decidí al fin a cumplir la palabra dada y me puse de rodillas, desnuda como estaba, junto al borde de la piscina. La señora Laura se acercó a mí sujetando una chancla con su mano derecha, ¡al verla alzando la mano me sentí muy humillada!, me quería levantar y, sin embargo, una fuerza mayor que yo, desde mi interior, deseaba sentir como se estrellaba la chancla en mis posaderas. La señora Laura, ya muy cerca de mí, me dio un grito "de mando": — ¡Agacha más la cabeza y levanta bien ese "culazo" que tienes, pelirroja! — Dijo La señora Laura voz en cuello, moviendo la chancla en el aire como una batuta que indicara, los que tenían que ser, mis movimientos. —Si señora — dije ruborizada y, por qué no decirlo, asustada también. Mi culo, que es rotundo y dicen que casi perfecto, se alzó en el aire de la tarde como la luna al atardecer. Sentí como la brisa acariciaba mis cachetes suavemente. La sensación de desnudez y la postura expuesta totalmente al castigo, me hicieron sentir totalmente entregada y, como un acto reflejo de mi sumisión, ¡Noté como se me abría el agujero del culo!, ¡solo!, sin proponerme abrirlo, esperando el castigo. Mi cuello estaba girado a la derecha para ver llegar "el golpe": vi la mano de la señora Laura alzarse muy arriba en el aire, mostrando la chancla de color ...
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