1. Mi Madre


    Fecha: 18/11/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... chico con una mulata impresionante dándose un revolcón en la cama. Yo no podía más y empecé a meter mi mano por debajo de mis braguitas y a pasarla a lo largo de mi rajita, por la que empezaban a asomar unos tímidos pelitos. Enseguida empecé a masturbarme frenéticamente, hábito que cada vez me gustaba más y en el que era más experta. No me preocupaba que mi madre estuviera en casa porque ella nunca entraba en mi cuarto sin llamar….Pero esta vez iba a ser distinto. Efectivamente, cuando estaba a punto de correrme la puerta se abrió de golpe y mi madre entró en mi habitación preguntándome por un ventilador que no encontraba. Nos quedamos las dos paradas, como en una foto fija, mirándonos con la boca abierta, una por ser sorprendida en tales menesteres y la otra por ser la sorprendedora. Yo me quería morir. Jamás había sentido tanta vergüenza. Me giré dándole la espalda a mi madre y empecé a lloriquear: - Mamá….mamá….perdona…..hip….. Mi madre, una vez repuesta de la impresión y al ver el shock que me había provocado se acercó hacía mi, se sentó a mi lado y comenzó a acariciarme la cabeza. - Hija, mi vida, no pasa nada, mi amor. - Que vergüenza…hip…hip – decía yo. - Mi amor, no te preocupes es natural – se giró hacia la tele y en tono de broma dijo – claro, con estas peliculitas que ponen….Anda, mi niña – diciendo esto me giró para quedar una frente a la otra. Ella me acariciaba la cara con mucha ternura. - Mamá…que vergüenza – yo no paraba de repetir. - ¿Por qué, mi niña? Es ...
    ... totalmente normal a tu edad…bueno, y a cualquiera. Yo también lo hago. Yo me sorprendí de que mi madre me hiciera una confesión así. - ¿Tu? – pregunté por preguntar, porque ya lo suponía, como era natural. - Si, hija, si, como puedes comprender una no es de piedra – y la dos sonreímos. Pasó un rato durante el cual sus caricias y sus miradas de ternura me tranquilizaron totalmente e inesperadamente me relajé e incluso empecé a notar cierto morbillo en aquella situación, pues añadía un grado de complicidad con mi madre que no había tenido hasta ahora. - ¿En que pensabas? – me preguntó de pronto. - No se…..en nada….en el gustito que me daba – me atreví a decir mientras nos reíamos. - ¿Te das mucho gustito? – me extraño su pregunta, pero me empezaba a gustar el que habláramos de aquello. - Uf! – dije yo haciendo un gesto queriendo significar que mucho. - Así que eres una experta…eh? – y nos volvimos a reír - ¿Desde cuando lo haces? – me preguntó. - Hace tiempo – respondí. - Ajá…ya veo… y…¿lo has hecho con alguien? – su tono era el de una amiga, no el de una madre interrogando a su hija, por eso me atreví a contestar. - Bueno….un poco….con algún amigo… - - Ajá….y…¿alguna amiga? – me extrañó muchísimo su pregunta, pero una oleada de calor me nació en el estómago. Aunque, efectivamente yo había tenido algunas pequeñas experiencias, pequeños toqueteos, con chicos, las que había tenido con chicas me habían resultado mucho más satisfactorias. - Bueno….si…también…alguna… - noté que se le ...
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