1. DE EXCURSIÓN EN EL CAMPISMO POPULAR


    Fecha: 05/12/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... estuvimos muchísimo rato, unidos por un trozo de carne, hasta que éste fue perdiendo su turgencia y sentí que se iba a salir, así que puse mi mano para evitar manchar la sábana, pero lo que yo no sabía era que él se había hecho una paja cuando sintió que yo me venía y la había echado casi toda sobre el borde de la cama. Nos levantamos, nos lavamos y nos acostamos cada uno en una litera y nos quedamos dormidos inmediatamente. Por la mañana fue que vi el manchón que había quedado sobre mi sábana, así que la enjuagué en el lavamanos y la puse a secar colgada en un cordel entre las dos literas. Al otro día tuvimos noticias de que Ernesto se había fracturado la rodilla y de que Alejandro no regresaba, pues se quedó para hacerle compañía a su amigo. Esto hizo que las cinco noches siguientes, estuviéramos Juanito y yo solos en la cabaña. Se volvió un adicto a que le metiera la picha, lo hacíamos en cuanta posición se nos ocurría, me decía que me pusiera boca arriba y se sentaba sobre mi miembro y disfrutaba mientras le iba entrando hasta que ya no le quedaba ni un milímetro afuera, unas veces dándome la espalda y otras veces frente a mí, para que yo pudiera observar su cara de satisfacción mientras la pinga le iba entrando. Se iba levantando para que fuera saliendo, pero sin sacarla del todo y volvía a sentarse para que le entrara de nuevo, generalmente poco a poco aunque a veces se dejaba caer de un tirón. En esa posición, iba dando vueltas como si fuera una tuerca girando en un ...
    ... tornillo, y había adquirido la habilidad de que la picha no se le saliera de su más que ávido culito. Algunas veces yo le pedía que se pusiera en cuatro patas para írsela metiendo como hacen los cuadrúpedos, y en el mete y saca se sentía el ruido de mis huevos cuando golpeaban rítmicamente sus nalgas. Siempre que lo hacíamos así, él pasaba una mano entre sus piernas para acariciar suavemente mis oscilantes cojones. También le encantaba ponerse boca arriba en el borde de la litera para que se la metiera de frente, poniendo sus piernas sobre mis hombros y me tomaba por la espalda con ambas manos para que le entrara hasta el fondo y además para indicar el ritmo que más placer le causaba, y yo le indicaba cuando estaba a punto de venirme para que no continuara moviéndose y prolongar lo más posible aquellos deliciosas singaderas. En fin, que casi que ni dormíamos por las noches, tanto era el desenfreno que teníamos. Una de las posiciones que más placer me daba era sentarme en la única silla que había en la cabaña y él se colocaba a horcajadas sobre mí, unas veces dándome la espalda y otras de frente y entonces le encantaba mirarme a los ojos para ver la lujuria que se me reflejaba en ellos cuando mi picha lo penetraba una y otra vez. Siempre comenzábamos con una de sus soberbias mamadas, la lamía de la base a la punta, donde saboreaba el transparente líquido que iba goteando poco a poco, luego la besaba, enredaba su golosa lengua alrededor de la cabeza de mi a punto de reventar ...
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