1. Cómo inicié mi sexualidad


    Fecha: 05/01/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... torso. Al ver sus enormes pectorales no pude evitarlo, y tímidamente chupé uno de ellos. ―Vamos, sin miedo. Más rápido. Sin pensármelo aceleré el ritmo y pasé la lengua por todo su abdomen. De ahí, lentamente bajé sus shorts; sólo para darme cuenta que el muy desgraciado usaba un suspensorio que cubría apenas lo necesario de su bulto para dejar algo a la imaginación, quedando al descubierto sus glúteos. ―Bueno, es tu turno. Quítate la ropa. ―¿De verdad? No tengo mucho para enseñar, a diferencia tuya. ―Vamos, ¿cuál es el miedo? ―Está bien… Comencé a quitarme mis prendas hasta quedar únicamente en ropa interior. ―Te propongo algo. ―Me dijo. ―¿Sí? ―Le pregunté. Al contar tres, ambos nos quitamos la ropa interior. ―Bueno… ―Acepté. ―Uno, dos, tres… ―Comenzamos a contar al unísono, y al mismo tiempo nos despojamos de la última prenda; quedando, digamos “en canicas”. Su verga medía unos 15 centímetros de largo, era un poco más oscura que el resto de su cuerpo; y además estaba completamente depilada. ―¿Lo ves? ―Me dijo. ―Estaba seguro que sí tenías algo que enseñar. Incluso puedo ver que tienes una verga que es al menos cinco centímetros más larga que la mía, y además más gruesa. Eso me dio ánimos, y tomando la iniciativa me lancé hacia él para volver a besarnos por varios minutos. ―¿Estás listo para ir más lejos? ―¿A qué te refieres? ―Mámamela. ―… ―Sigo esperando. ―Me dijo, acostándose en la cama. Lentamente acerqué mi nariz a esa verga, para empezar a olerla. Su olor me dejó casi ...
    ... hipnotizado, y antes de darme cuenta ya tenía la mitad adentro de mi boca. Sentí sus manos en la parte posterior de mi cabeza, guiando mis movimientos. ―Empieza lento, y trata de enrollar tus labios alrededor de tus dientes. Así, perfecto; ahora trágatela toda hasta los huevos. La sensación me encantó, y él empezó a cogerme la boca con la verga; moviendo hacia arriba y hacia abajo sus caderas. ―Muy bien, ahora ven acá. Por tercera vez nos dimos un largo beso, esta vez acostados en la cama. ―Supongo que ya sabes lo que sigue. ―Me dijo. ―¿Quieres penetrarme? ―Le pregunté. ―Desde luego. ¿Quieres? ―¿Qué más da? Vamos a darle. ―Muy bien, como es tu primera vez; voy a ir despacio. Abre el cajón de la mesa de noche, y pásame el tubo azul que hay adentro. Hice lo que me pedía, y le pasé un tubo plástico que él abrió y al apretarlo salió un gel transparente de apariencia viscosa. ―Es lubricante, como ya sabrás. Ten un poco y úntalo en tu entrada. Así lo hice, sintiendo el tacto frío del gel lubricante. Mientras, él se ocupaba de abrir un sobre conteniendo un condón que se puso en su pene; para posteriormente lubricarlo también. ―Muy bien, ahí vamos. Ponte en cuanto y relájate. Una vez en posición, sentí cómo la punta de su verga empezaba a entrar en mí. Siguió aplicando presión, introduciendo milímetro a milímetro su miembro. No tardó mucho para hacerme experimentar uno de los dolores más agudos que he llegado a experimentar en mi vida, al punto que le pedí parar. ―Espera un poco. Si ...