1. Hermanos que a solas juegan


    Fecha: 15/03/2019, Categorías: Lesbianas Tabú Autor: aliciawonders, Fuente: xHamster

    ... luego desviaba sus ojos hacia el aparato de tv. Entonces ella despertó. Y se quedó adivinando si ya había visto la película que estaban transmitiendo. Pero la brutal falta de interés hizo que Petit buscara otro punto de foco. Miró a su hermano que estaba allí aún distendido, bueno, no totalmente relajado; el bulto en sus pantalones era grosero y evidente, y Petit disimuló en vano su carcajada.—Oye Evant, qué tienes allí, no estamos viendo porno precisamente— Señaló sarcástica la pequeña y traviesa rubia.Evant no dijo nada, el rubor en sus mejillas y la risita nerviosa lo decían todo.— No es nada—Evant se acomodó mejor en el sofá y trato de cobrar compostura.Pero Petit está acostumbrada a ser determinada, y a no dejar cabos sueltos, si quería m*****ar y bromear, no pararía. Y no paró.— ¿Malos pensamientos eh?— Dibujaba sonrisas burlonas en su rostro de porcelana y hacía su mirada de picardía— ¿Por qué no me dices que estás pensando?—Cállate Petit, no estoy pensando nada, eso que viste fue simplemente algo que pasa siempre. Es eh, automático.— ¡Tonterías! ¿Me crees ignorante? Será automático, pero algo lo activa, un pensamiento, una idea, cualquier cosa, sea consciente o no.Evant se sintió desarmado, pero alentado a seguir con el juego, recuerdos de cosas “sucias” y prohibidas le alentaban a ello.— ¡Déjame verlo!— dijo ella de repente, y Evant le subió por la espina dorsal lo opuesto a un escalofrío, se le abrieron los ojos y en su cerebro hubo un corto circuito.— ¡Pero qué ...
    ... dices! ¡No hablas en serio!— lo decía con una tensa sonrisa en la cara, sin dar crédito a las palabras que acababan de ser pronunciadas; se sentía con fortuna, se sentía drogado, presentía que cualquier cosa vendría.—Si, déjame verlo— y ella reía.—Pero, ¿cómo?, no me atrevo,—¡Vamos! No seas tímido, no ahora.—No, no me atrevo, siento mucha vergüenza.— Hazlo rápido, en un solo movimiento.—Está bien— Evant desató el nudo de su pantalón de algodón y tiró hacia abajo, pero al momento se arrepintió. —No, no puedo— y su sonrojo le estallaba en la cara.—¡Ya sé! ¡Vamos a tu cuarto oscuro! Estoy segura que allí sentirás más confianza.—Eh, puede ser—dudó unos segundos, y al cabo dijo: —ok, vamos.—¡Genial!— y así se fueron a ese cuarto loco, que apenas se deja espiar por la luz que se filtra por debajo de la puerta; ese cuarto de cortinas gruesas que cubren la ventana; ese cuarto en donde el día parece haber muerto; el cuarto de la noche sempiterna.Evant se sentó en la cama, y sintió que recostándose sería mejor. Hizo que su pantalón descendiera, y en seguida se despojó también de su ropa interior; Petit tenía razón, en ese lugar la vergüenza de su hermano Evant desaparecía; la timidez le tenía miedo a la oscuridad.—¡No veo nada!— dijo Petit juguetona y gritona.—¡Claro que se ve!— pero es que los dos tenían razón. Evant podía ver su propio pene, pues la luz llegaba de afuera de la habitación, él miraba la silueta que se recortaba frente a la poca luminosidad. Pero Petit sólo veía oscuridad ...
«1234...»