1. Amor por los perritos callejeros


    Fecha: 23/03/2019, Categorías: Zoofilia Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... se subió también; yo estaba de rodillas en mi cama, recuperando el aliento, pensando en lo que había pasado y en eso el negro empezó a lamer el sudor de mi cara y pasó su lengua por mis labios, a lo que instintivamente respondí sacando mi lengua, la que empezó a lamer deliciosamente. Por suerte el negro era el menos sucio de los cuatro perros, por lo que esas lamidas no me daban asco. Aprendí que para mantenerlo interesado en mi boca debo mantener mi lengua húmeda con saliva; mientras saliva escurría de mi boca él seguía lamiendo, lo que me estaba calentando mucho mas. Yo ya tenía los ojos cerrados mientras el negro lamía mi lengua y pasaba su lengua por dentro de mi boca. Me quité la playera que aun tenía puesta y me embarré de saliva las tetas, para ver si me las lamía también, lo cuál funcionó, lamía mis pezones muy rico, mientras yo babeaba lo mas que podía para mantenerlo interesado. La cabeza me daba vueltas, por el placer, la confusión, la excitación; pasé de casi ser abusada a besuquearme intensamente con un perro de la calle, como si fuera mi novio, como un novio al que dejaba lamer mis tetas por primera vez. Me sentía sucia, pero en un sentido travieso, excitante. Me recosté con las piernas flexionadas, dejando mi vagina completamente expuesta. El perro se recostó también, sin dejar de lamer por un momento, me estaba haciendo disfrutar muchísimo; tomé una almohada y la puse debajo de mi cabeza, me estaba poniendo cómoda para el mejor sexo oral que había recibido ...
    ... hasta ese momento. Miré a mi amante, como cuando miraba a los ojos a mi novio mientras devoraba mi sexo, el perro solo lamía como si fuera un dulce, no demostraba conciencia de lo que estaba haciendo; la única consciente del morbo, la lujuria y lo anti-natural que estaba pasando era yo, pero el placer era muy grande, igual que el deseo como para detenerme por cuestiones morales. Solo duró un minuto cuando mucho, pero para mí se sintió como una eternidad, cuando el perro dejó de interesarse en lamer mi vagina. Pero ya me había hecho venirme dos veces, así que sentí que estaba bien si él descansaba. El perro me había hecho gemir, como ningún hombre que hubiera saboreado mi vagina antes había logrado. Después de un momento me volví a poner de rodillas, le di besitos en la nariz y noté que su pene se asomaba ligeramente. Estiré la mano para alcanzarlo y lo acaricié, estaba aun en su funda, y acariciaba sus grandes y oscuros testículos también. Tenía los huevos más grandes que he tocado, por lo que supuse que su pene sería bastante grande también. Ya no había vuelta atrás, estaba decidida a devolverle todo el placer que me había dado, no podía dejarlo así, después de todo me había salvado. Aunque todo eso solo eran pretextos, mi cuerpo pedía a gritos una verga y la del negro era la más cercana y la que se me antojaba tener también. Mi cuerpo me pedía copular con él, casi como si mi inteligencia humana se hubiera desvanecido y mis deseos animales me dominaran. "¿Me quieres coger ...