1. Mi secreto


    Fecha: 18/04/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... las historias que leíamos y escribíamos eran fantasías homoeróticas. Y aunque ignorante de la semilla de duda que empezaba a germinar, nuestras fantasías de tinta no tardaron en adquirir una sustancia más amenazante. Un día Facundo, que era dos años más grande, nos confesó que había conocido a un chico mayor y que su última historia había estado inspirada en un encuentro real. Mucho años después se arrepintió de esta confesión. No, según dijo, porque fuese mentira sino porque tuvo que haber sido hecha sin sentimiento de culpa, sin búsqueda de redención a través de la mirada ajena y sin todo el patetismo de los jóvenes. Me quedé pensando mucho sobre eso, no porque me pareciera raro -todo era al fin y al cabo muy abstracto- sino porque siempre pensaba mucho sobre todo lo que Facundo tenía para decir. Era algo así como el alma del grupo, sabía siempre ganar la atención de todos, era el más rebelde y el más irreverente frente a las reglas del mundo de los adultos, un mundo que se nos antojaba en la misma medida atractivo y amenazante. Facundo nos contó muchas nuevas historias después y, aunque nosotros no sabíamos si creerla o no, no podíamos menos que admirarle. Algunas eran historias oscuras que pasaban en lugares sórdidos: un baño público, una estación de tren, una plaza de noche; y otras eran graciosas, cómo había tenido sexo oral frente a su abuela ciega o cómo engañaba a su padre, un taxista borracho y golpeador, para escaparse con su novio. Quizás sea verdad que lo ...
    ... semejante llama a lo semejante, y por eso lo que me pasó sucedió una noche cuando volvía en colectivo de la casa de Facundo. No era muy tarde, cuando salí todavía era de día, pero en el tramite de atravesar la ciudad se hizo de noche. En el colectivo, siempre lleno a hora pico, luche un rato antes de poder alcanzar un espacio cómodo, cerca de los asientos, no tan apretado y con un lugar de donde sujetarme sin forzar mi no tan alta estatura. Tenía el bolzo del colegio entre los pies, el jogging de educación física y la cabeza perdida quién sabe en que circunstancia imaginaria; por eso, cuando sentí el primer roce lo ignore. Del segundo y el tercero no estuve tan seguro de que hubieran existido. Un par más los tome como producto natural del exceso de gente. Pero los toques se volvían cada vez más firmes, mas evidentes y más difíciles de ignorar. Cuando finalmente pude identificar el tacto de una mano desconocida en mi cola mi mente se puso en blanco. Me quede paralizado un minuto mientras sentía mil dedos extraños danzar sobre mi cuerpo, en mi cabeza se mezclaban el placer y el miedo, y recuerdo haber gritado para adentro un gran ¡NO! mientras más secretamente esperara que esas manos nunca se despegaran de mí. Miré hacia un costado esperando descubrir a mi acosador, pero sólo ví un montón de rostros anónimos y cansados que miraban al frente, como si estuviesen vacíos de toda vida. El toque se detuvo y llegué a dudar incluso de que alguna vez haya sucedido. Pero en cuanto volví a ...
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