1. Mi secreto


    Fecha: 18/04/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... los carteles, al descampado. Afuera una calle oscura y silenciosa de barrio. Adentro, escondido entre los carteles, un patio abandonado y una casa en ruinas. Al frene mío una sombra que todavía me tomaba de la mano. Reparé en la mano, el contacto mórbido y húmedo, la piel fría que empezaba a calentarse con el contacto, la presión del agarre, suave pero firme, y cierto temblor mío. "No te voy a hacer nada" dijo una voz sin rostro y sin tiempo. No sé por qué, pero me relajó escuchar la voz de otra persona. Me llevó por los pasillos de la casa hasta que salimos por una puerta a otro patio. Los yuyos eran menos altos y me hizo pasar al frente. Me abrazó por detrás y me dijo: "No te des vuelta. Disfrutá". No me anime a hacer nada. Hacia rato que toda voluntad había escapado mi cuerpo y me guiaba un instinto oscuro cuya única finalidad era el placer. Sus manos bajaron despacio por mi pecho hasta mi cintura. Se quedaron ahí un segundo y luego se separaron. Sentí calor en la oreja, luego un soplo y humedad. Mordisqueo un poco antes de meter su lengua. Al mismo tiempo una de sus manos volvía a acariciar mi pene y la otra buscaba mis tetillas por debajo de la ropa. Mi cuerpo temblaba de miedo y placer y mi cabeza no sabía dónde concentrarse. Volví a sentir una presión sobre mi cola que luego se convirtió en un golpeteo intermitente. Mi cabeza me daba vueltas. No se en que momento perdí el buzo y la remera, para quedarme en cuero. Pero poco después sentí como me raspaba el elástico del ...
    ... pantalón las nalgas y de vuelta una presión caliente en mi cola. Sus manos se detuvieron, sus besos empezaron a bajar, primero por el cuello, después hacia el hombro, volvieron a la columna y siguieron bajando hasta convertirse en mordiscos en la cola. Lo que sentía en ese momento sólo puedo compararlo con la sensibilidad vertiginosa de una borrachera. Duró sólo un instante. Mi cabeza se despejó y volvió a llenarse de placer con la primera envestida de su lengua en mi ano. Al principio no entendí que era, pero cuando sentí sus dientes, su aliento y saliva en mi cola quedó todo claro. Siempre me sorprendió que la lengua pudiese dar una sensación tan firme. Tal vez grité, porque metió tres dedos en mi boca, y siguió lamiendo, mordiendo, jugando. De repente sentí que algo entraba en mi ano y apenas un leve ardor, que entraba y salia y se retorcía y buscaba adentro mío. Lentamente al primer dedo le siguió el segundo, y luego un tercero. Me fue abriendo de a poco entre lamidas y embestidas de su boca. Como alguien sediento que come un durazno jugoso en verano. Se detuvo. Me tomaron dos grande manos de la cintura. Sentí los callos y un cosquilleo extraño en la panza. Anticipaba lo que iba a suceder. De repente un dolor penetrante me atravesó como un rayo. Hice todo lo posible para alejarme de él, pero me sujetaba con fuerza y casi no me podía mover. Junto al dolor llegó el placer y la vaga idea de que me lo merecía, por puta, por haber cedido a un impulso inconfesable y prohibido. ...