1. Lujuria por mi suegra


    Fecha: 19/04/2019, Categorías: Incesto Sexo con Maduras Autor: Kralik89, Fuente: CuentoRelatos

    ... una sola gota de semen. Sandra era a mis ojos una reina. Para el postre, ella estaba cabalgándome en su habitación y gimiendo sin ningún tipo de censura. Yo acariciaba su cintura y me extasiaba con la visión de su cuerpo. Aún la veo desnuda, solo vestida con sus zapatos de tacón y recorriendo la habitación con completo dominio de sus actos. Tal vez lo hacía adrede. Al verla mi polla siempre reaccionaba y la cosa terminaba con sexo rabioso y muy cercano a la condena eterna. Su audacia crecía. Primero con cierta cautela y luego con periodicidad, comenzó a concurrir a mi oficina por cualquier excusa. Llegaba vestida como la dama que era. Y se dedicaba a comer mi polla arrodillada frente a mí. Pero quienes han tenido amantes alguna vez, saben que lo difícil es mantener el control de las cosas para evitar un desastre. Y yo lo estaba perdiendo. Sandra estaba totalmente loca por mi polla. Loca y desquiciada. Cuando Francisco murió fue en parte un alivio para mí. Al menos ya no debía preocuparme por hacerlo cornudo. Pero por otra parte ya no tuve excusas ...
    ... para ir a su casa. Mi esposa, que nunca había terminado de digerir del todo a Sandra, me impedía siquiera tener contacto con ella. Y Sandra no soportó que menguara su dosis diaria de sexo. En su locura le contó a mi esposa absolutamente toda la verdad. Incluso una parte que ni yo mismo sabía: Sandra estaba embarazada de mí. Perdí todo. Mi esposa me quitó el fruto de todo mi trabajo de años y me prohibió judicialmente acercarme a menos de 2 km de la que había sido mi casa. En ese contexto, dejé de ver a Sandra. Supe más tarde por un encuentro casual con un amigo de aquellas épocas, que Sandra no tuvo ese niño, y que, sola en la mansión heredada de Francisco, se había convertido en cortesana y dedicaba sus días a la práctica de sexo de alto nivel social. Su fama era conocida en los círculos más selectos y no había ejecutivo que se preciara de tal que no hubiese dejado dinero a cambio del placer de Sandra. A mí ya no me importaba. Solo me importa llegar temprano a mi trabajo en el matadero municipal porque si lo pierdo quedaré en la indigencia total. 
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