1. Me dicen -Lobuna-, pero soy...


    Fecha: 28/04/2019, Categorías: Zoofilia Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... grandes pechos se agitaban al ritmo espasmódico de la respiración, le di un sedante y la llevé a mi cama acostándome al lado para calmarla ¡Ni pensar en mandarla a su cuarto en el exterior!Al día siguiente tomé la decisión de ocupar por fin la habitación de mi padre, a efectos de cederle la mía. La tranquilizó mucho la noticia, entre las dos y en dos patadas, subimos al desván las cosas del viejo efectuando las correspondientes mudanzas. Ya en el laburo me puse a carburar el asunto, mi casa quedaba en las afueras de la ciudad, la muchacha necesitaba de protección en mi ausencia. Recordé a un vecino criador de huskyes siberianos, perros lobos que siempre me impresionaron por su mirada humana. El entrenador alabó el carácter de sus pupilos, limpios, dóciles con el amo, excelentes guardianes, silenciosos... pensé que exageraba, pero igual pedí que me eligiera el mejor macho del lote. Aseguró que para lo que necesitaba sería mejor una yunta, de manera que si uno era sorprendido, el otro acudiera en auxilio. Acepté con la condición de que fueran machos, ya que no me seducía la idea de atender prole perruna. De camino a casa dijo que había elegido a esos, porque Hielo - ejemplar casi albino con leve manto gris perla, ojos celestes trasparentes como el glaciar a la luz del atardecer - había acatado la autoridad de Pinkay - manto negro, más corpulento, zarco, celeste un ojo, marrón el otro - y que esa circunstancia facilitaría mucho la convivencia pacífica. Frente a la entrada les ...
    ... explicó con palabras precisas que ese sería su nuevo hogar, hecho lo cual transpuso la puerta con la rienda de uno de los perros en cada mano, tomándose el paciente cuidado de recorrer el extenso perímetro - 2 Ha - permitiéndoles orinar unas gotas cada 15 o 20 metros, primero el líder siempre. Una hora más tarde se encontraba con Marta y conmigo en la sala, enseñándonos las palabras claves indispensables para manejarlos y recomendando que en cada oportunidad que les brindáramos comida o atención especial, respetáramos el orden de jerarquía. Por último, llevó los animales hasta el galpón que les serviría de alojamiento, les ordenó sentarse, con aspavientos me entregó las correas pidiendo que yo misma los liberara. De esa manera, los perros comprenderían quien era su nueva ama. Lo tomé en broma, pero ocurrió así nomás, nos escoltaron hasta la casa dejando que el entrenador saliera sin intentar seguirlo. Nosotras entramos, ellos quedaron afuera, no registramos su presencia hasta la mañana siguiente. Ese fue un increíble espectáculo, embarrados hasta los ojos nos esperaban sentados bajo el alero, tendidas inertes a su frente cuantas alimañas habían encontrado en el terreno. En especial, una decena de ratas grandes que más de una vez nos pusieran en apuros. Les acaricié la cabeza tal como se me había indicado hacerlo, pronunciando el "it" que les indicaría que podían comer de eso lo que quisieran, aunque por razones que imaginarán señalé también el lugar que sería su comedero. ...
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