1. Me dicen -Lobuna-, pero soy...


    Fecha: 28/04/2019, Categorías: Zoofilia Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... Transportaron al sitio indicado las presas... yo no quise presenciar lo que harían después.Por la tarde, pedí a Marta que me ayudara a bañar a los intrépidos cazadores. Gran sorpresa, se los veía tan limpios como cuando llegaron a casa. "¡Perros autolimpiantes!" Pensé "¿Pero... y qué tal el olor?"Nada de olor, ni siquiera aliento fuerte ¡Una maravilla!Nos encariñamos con los amables bichos, tropezando con el inconveniente de que las uñas filosas rayaban el piso de madera y en ocasiones nuestra piel, cuando se ponían efusivos. Confeccioné, para subsanar el problema, unas manoplas de cuero suave con cordones, las que Marta les debía colocar cada vez que entraran. Cosa resuelta, nos acostumbramos a la presencia de alguno de los perros dentro de la casa, con la condición de que siempre quedara uno afuera para vigilar. Me agradaba ver a mi empleada jugar con los animales, ella - en su simplicidad - era un animalito también, de modo que se revolcaba a la par con ellos. Me agradaba demasiado, a decir verdad, sobre todo cuando sus generosas redondeces escapaban de las prendas en el calor del juego, situación que al tiempo provocaba sentimientos extraños obligándome a apartar la vista. 0-0-0-0-0Un sábado por la mañana, estaba haciendo sobremesa del desayuno mientras Marta - de rodillas, con vigor - enceraba el piso de la sala. Dándome el frente, vi sus gomas bamboleantes en primer plano y me turbé. Abandoné el lugar con brusquedad, buscando refugio en el dormitorio. Una vez allí, se ...
    ... me hizo evidente que volaba de calentura "¡Hace meses que no tengo un orgasmo!" Recordé, y de golpe se me vino todo el deseo acumulado junto: me despojé de la ropa, me acosté atravesada boca arriba en la cama con las piernas abiertas y los pies apoyados en el piso fuera del borde; una vez a gusto, estimulé los pezones con una mano, en tanto la otra atendía la vulva. Estaba muy concentrada haciéndome la paja, cuando de repente sentí sensación de frío, seguida por otra tibia en la cara interna de los muslos. Me incorporé alarmada: era Pinkay, olfateando la olorosa entrepierna. La lengua volvió a salir, esta vez para lamer la pringosa mano. Lo dejé hacer, al tiempo que la iba recogiendo hacia el pubis con la intención de averiguar si se interesaría en mi concha. ¡Puta, si se interesó... se ve que le encantó el sabor, porque me hizo una mineta gloriosa!Nunca en mi vida había experimentado tanto placer, encontré genial esa combinación frío/calor hocico/lengua, sumada la textura un tanto áspera aunque muy excitante de las papilas. Entrando a fondo por momentos, prolongadas barridas exteriores en otros, la musculosa lengua me llevó al orgasmo en segundos. No paró ahí, el perro continuó por mucho tiempo: yo, acabada tras acabada sin menguar la excitación. Quise cambiar de posición, entonces vi otra lengüeta de color rojo intenso, asomando del vientre de Pinkay. "¡Quiero coger!" Exigió la libido ¡Deseché prejuicios, estaba decidida a volterame al perro!Subí todo el cuerpo, ubicándome ...
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