1. Me dicen -Lobuna-, pero soy...


    Fecha: 28/04/2019, Categorías: Zoofilia Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... en el centro de la inmensa cama diseñada a medida para dar cómoda cabida a las corpulentas humanidades de Colin y Dolores, ya instalada a gusto palmeé el acolchado a un costado, señal que Pinkay interpretó enseguida. Otra cosa fue ponerlo de espaldas con el lujurioso propósito de hacer el 69, hasta que recordé la palabra "daun" entregándose entonces el remiso a mis designios. La mano que viajaba hacia la trémula columna roja, frenó su impulso a pocos cms. de arribar a destino, porque la verga me pareció ser todo glande. Dado el color y el brillo intenso de la lubricación que la empapaba deduje que tenía que ser muy sensible al tacto, decidiendo manipularla por sobre el prepucio hasta tanto me familiarizara con la sexualidad del animal. Fue una acertada decisión, mis labios también se mostraron prudentes, probando con precaución. El sabor de la abundante secreción, resultó más agradable que el de la de los machos humanos. La textura del miembro, muy superior, al extremo que más que una picha parecía una suave lengua. Me coloqué en posición apropiada para que el perro devolviera atenciones. Arremetió contra el ojete, no obstante lo placentero de la sensación, contraje las nalgas para que su explorador apéndice no pudiera ingresar al recto. No es prudente mezclar contenidos de ambas cavidades porque pueden producirse infecciones, dejé para otro momento idear un ardid en procura de recibir solo por el culo. La verga crecía en la boca - calculé que ya tenía por lo menos 10 ...
    ... cm. fuera -, los jugos brotaban de continuo, las patas traseras de mi paciente se encogían en espasmos, un nuevo orgasmo tuvo el contradictorio efecto de ponerme más caliente que nunca... ¡Necesitaba acción, quería que me la diera, que me trincara con toda su bruta fuerza!Cambié a la posición del perrito, Pinkay no se dio por enterado sino cuando escuchó el permisivo "ap", entonces se me vino al humo ¡Qué buena idea haberle fabricado esas calzas! Las patas delanteras aferraron con tanta fuerza mi cintura, que de no ser por esa protección hubiera resultado lastimada; lo mismo mis pantorrillas, que eran pisoteadas en el intento de acomodarse. Sentí el miembro entre los muslos, separé entonces las rodillas para bajar la vulva a la altura adecuada. Hubiera deseado que tuviera un trozo más voluminoso, colegí que la ansiedad por tener algo adentro compensaría carencias. Quedé ensartada en cuanto se la puse a tiro, me alegró sentir tal como si continuara la mineta, la lengüeta se deslizaba suave obedeciendo a los movimientos acompasados del animal. Me extrañó la parsimonia, los perros que yo había visto culeaban como endemoniados. Pero algo estaba ocurriendo, percibí que el aparato seguía creciendo en mi interior. Entusiasmada por el descubrimiento, acompasé con las nalgas intentando apurar el trámite. Pinkay dio muestras de satisfacción, emitiendo un aullido suave que me crispó los pelos de la nuca ¡Entonces nos desatamos, culo va, pija viene, arranqué viaje hacia una acabada ...
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