1. Puede hacerse realidad


    Fecha: 02/05/2019, Categorías: Zoofilia Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... hermosas chicas, sin necesidad de hombres, encontraban el placer con sus perros. Eran éstas, unas imágenes que despertaban mi lado más animal y más pasivo, pues me imaginaba poseído contra mi voluntad, por varios hombres y perros. Respecto a Max, era un perro de raza Gran Danés o también llamado Dogo Alemán, de cuatro años de edad, que vivía como he dicho en la casa que mis padres tienen en las afueras. Max era un perro fiel, serio, de color negro y muy grande; tenía una altura de cruz de 90 cm, un peso de unos 80 k., y cuando jugando se ponía de pié ante mí, me sobrepasaba en más de 20 cm. Se pasaba todo el día encerrado en la finca y al menos una vez al día, mi padre iba a darle de comer. En ocasiones lo dejaba salir de la finca y algunas veces se iba para volver 2 ó 3 días más tarde totalmente agotado, lo que denotaba que procedía de un encuentro con alguna perra del entorno. CAPITULO II. MAX Y YO. Las películas de zoofilia me habían abierto los ojos respecto al sexo con animales, lo que me llevó a que en algunas ocasiones en que llevaba a Max a correr conmigo, buscara un rincón apartado en el bosque, me arrodillara y comenzara a acariciarle mientras me tocaba. Comenzaba por el hocico y la cabeza, luego seguía por su lomo, su pecho y su vientre hasta llegar a su sexo. Al poco de comenzar a tocarlo, su pene se volvía duro. Rozar su cuerpo contra el mío desnudo, me producía una excitación indescriptible. Su olor canino, sus jadeos, su aliento y sus babas densas y ...
    ... calientes corriendo por mi pecho hacían que me excitara al punto de que en ocasiones no controlaba mis eyaculaciones. En cualquier caso, yo seguía moviendo su pene, adelante y atrás con una mano, mientras que con la otra acariciaba sus testículos, ante su mirada de sorpresa y de agradecimiento, hasta que empezaba a lanzar largos chorros de esperma. Existía un claro en un monte cercano a la casa de mis padres, que era nuestro preferido para, después de hacer mis estiramientos, jugar durante un rato hasta el anochecer. En el claro había una pila de troncos de gran diámetro, de árboles talados hacía algún tiempo. Era llano y estaba tapizado de una densa y mullida hierba y estaba rodeado de árboles; castaños, robles, encinas, etc, pero orientado de tal forma que, durante toda la tarde y hasta el ocaso, el sol le incidía directamente y los árboles lo protegían de la brisa. También me parecía un sitio ideal para tirarme a tomar el sol sobre una toalla llevada para ello. Era nuestro "rincón secreto". En cierta ocasión, en la que después de una buena carrera, ambos sudorosos nos acostamos al sol hasta retomar el aliento en nuestro "rincón secreto", comencé a tocarlo como de costumbre, después de haberme desprendido de mi camiseta y haber bajado mi pantalón corto hasta los tobillos. Arrodillado a su lado, me rozaba contra él mientras le masturbaba. Su pene era cada vez más grande y salía de la "bolsita" que lo envolvía con forma de punta de grueso lápiz, duro como una barra de acero. Una ...
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