1. Entre la playa y la luna


    Fecha: 17/07/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... colocábamos de frente, y yo sentía un cosquilleo cuando el agua jugaba conmigo. Era delicioso sentir el empuje del agua golpeando desde abajo la base de los testículos. Igualmente sucedía cuando nos colocábamos de espaldas para recibir la ola. La espuma fría llegaba hasta nosotros y ascendía mojándonos el trasero dejándonos una sensación de frescura inmensa. En esas condiciones corrimos y nadamos, jugamos a lanzarnos agua y también a luchar cuerpo a cuerpo, tratando de derribarnos. Cómo gozamos esa tarde con el añadido de aquel juego propuesto por Ulises. Eramos como competidores olímpicos de la vieja Grecia, figuras jóvenes, atléticas, con el potencial a flor de piel. Ya oscurecía cuando nos pusimos a prender la fogata y preparar algunos alimentos. Nos habíamos puesto nuestros shorts pero continuamos con los torsos desnudos. La luz de las llamas le ponía tintes dorados a nuestros cuerpos brillantes, enrojecidos por el sol a pesar del bloqueador solar. Cantamos y danzamos alrededor de las llamas, imitando a antiguos guerreros que estuvieran celebrando una victoria sobre la adversidad. Bbebimos un poco de licor, achispando nuestros sentidos y desinhibiéndonos. Contamos chistes sexuales y experiencias, reales e imaginarias, sazonadas con el alcohol, mientras los maderos se iban consumiendo lentamente en la fogata. Allí, en medio de la noche, el rumor de las olas acompañó algunas canciones mal entonadas pero jubilosamente cantadas. Nos abrazamos gozosos, disfrutando al máximo ...
    ... una aventura en la que nos imaginábamos estar en el borde del mundo, alejados del bullicio citadino y lejos de compromisos y prejuicios sociales. Alrededor de la media noche, satisfechos de comer y de beber, nos dispusimos a dormir. Ulises y yo en la tienda grande y Juan en la pequeña. Este último nos hizo una advertencia sonriente mientras se introducía en la suya: No vayan a tener sexo esta noche, ¿eh?, y por si acaso, inviten. Nos reímos todos, y Juan terminó por desaparecer en el interior de la tienda. Ulises y yo nos miramos en silencio, y fue él quien dijo: bueno, antes de echarnos a descansar voy a tirar el agua, agregó, y se apartó un poco del campamento. Yo lo seguí, y allí estuvimos los dos aligerando el cuerpo, El sonido de nuestros chorros cayendo al suelo llegaba claramente de uno a otro. No podíamos ver mucho, pero para mí su silueta me provocaba una inquietud extraña. A pesar de las sombras veía como se tocaba su miembro y lo sacudía con fuerza. El sonido de su evacuación duró mucho más tiempo que la mía, lo que me puso a recordar el tamaño de los genitales que había visto aquella tarde por vez primera. Nos fuimos a acostar. La tienda era bastante espaciosa, incluso podíamos caber los tres y aún sobraba espacio para el agua y los alimentos. Encendimos una linterna mientras disponíamos las colchonetas y mantas, aunque una luna llena perfecta se colaba por la delgada tela de la tienda. Dejamos la ventana corrida para aumentar la cantidad de luz. Ulises se despojó ...
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