1. Entre la playa y la luna


    Fecha: 17/07/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... noche había caído completamente. Ambos venían riendo por el camino, como si se contaran algo muy interesante. Cenamos al calor de las llamas, como la noche anterior, y nos bebimos el resto de la botella. A nuestro alrededor la luz de la luna caía con fuerza y el mar brillaba con miles de guiños plateados. Los tres nos quedamos contemplando por varios segundos la belleza de la playa, dominada por una luminosidad grandiosa. ¿Qué tal si nos tiramos otra vez al agua? Dijo Juan… desnudos… agregó Ulises. Una mirada de entendimiento cruzó entre ambos, que en esos momentos no supe interpretar, pero que descifraría momentos después. Dos segundos después estábamos corriendo al encuentro de las olas majestuosas, completamente desnudos como un día antes, pero esta vez completamente bañados por la luz suave del astro nocturno. El agua estaba fría y los cuerpos calientes, todavía con el calor que el sol nos había proporcionado durante el día. Las pieles de los tres mostraban bajo los rayos lunares un extraño fulgor amortiguado. Yo seguía con la vista el cuerpo de Ulises a todas partes, emocionado por aquella nueva posibilidad de ver su desnudez total, sus músculos brillantes, su sexo relajado. Nadaba como un pez, se movía con soltura, con gracia, como si estuviera acostumbrado a mostrar su desnudez al mundo. Juan permanecía cerca de mí, jugueteando en la orilla donde el agua apenas nos llegaba a las rodillas, y en algún momento noté que empezaba a empalmarse. Su sexo estaba saliendo de ...
    ... su letargo, animándose a mostrarse en toda su plenitud. No estaba mal, pensé, pero todo mis sentidos estaban puestos en Ulises, ese héroe de la noche anterior, el qué había derribado mis murallas. Juan empezó a jugar conmigo una especie de lucha en el agua, me sujetaba y me tiraba al suelo y rodábamos juntos. En un momento dado cayó sobre mí y me sujetó fuertemente, musitándome muy quedo: quédate así, por favor. Su sexo endurecido tocaba mis glúteos, y entonces advertí que Ulises nos observaba apenas a unos pasos. La voz de Juan había enronquecido presa de una emoción súbita: Quédate así, por favor, repitió. Me quedé quieto por unos instantes, sorprendido, y entonces dijo: Ya sé lo que pasó anoche con Ulises… y quisiera que me tomaras en cuenta también a mí… Miré a Ulises, y lo vi sonriente, como aceptando, como si me diera su permiso. La luna le pintaba todo el cuerpo de plata grisácea, y su sexo destacaba ya enhiesto, excitándose con la situación: Los tres allí, bajo la suave luz difusa de la luna que nos bañaba, al igual que las olas, que llegaban hasta nosotros ya sin fuerza. Dejé a Juan hacer sus preparativos mientras Ulises se acercaba a nosotros dispuesto a participar. Nunca había estado en un trío, y la verdad aquella posibilidad me asustaba un poco. Dos hombres contra mí podían ser demasiado. Sin embargo, mi cuerpo poco a poco empezó a despertar, animado por las caricias que Juan me propinaba y la cercanía de Ulises, cuyo miembro estaba ya al alcance de mi boca. El ...
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