1. Entre la playa y la luna


    Fecha: 17/07/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... contactopiel a piel con aquellos dos hombres me estaba excitando y me dispuse a encarar el momento. Juan me ensartó rápidamente, sin esperar a que saliéramos a la playa, con el agua que casi cubría nuestros cuerpos en cuclillas. Mi culo se resintió, todavía con la resaca de la noche anterior, mientras mi boca aprisionaba el miembro viril de Ulises, incitante como antes. Juan empezó a vapulearme como un pequeño huracán, aprisa, ansioso, como si el tiempo se fuera a agotar en un instante. Su miembro entraba y salía con un ritmo enloquecedor, como si fuese un maratonista a punto de culminar la carrera. Ulises, en tanto, mojaba mi cuerpo con agua de mar, que aumentaba la sensación picante del pistón de Juan y le daba un sabor salado a su propio glande. Mi boca y mi culo saboreaban las dos fabulosas vergas de mis compañeros de playa mientras el mar entonaba salvajes melodías de acompañamiento. Juan terminó dentro de mí agitándose como si en ello le fuese la vida. Me hundió su sexo hasta que sus ingles se adhirieron fuertemente a mí y luego se derrumbó en la corriente lenta del mar que nos rodeaba. Clavé en Ulises una mirada interrogante, ansiosa, y éste, como si leyera mis pensamientos, se colocó a mis espaldas. Me limpió con agua de mar e introdujo sus dedos profundamente, refrescando todo mi orificio. Entonces se puso a lamer mi culo, proporcionándome un nuevo gozo que me hacía vibrar cuando colocaba su lengua directamente sobre mi apertura. Luego ubicó certeramente su enorme ...
    ... polla y empujó. A pesar de lo dilatado que ya me sentía el tamaño de aquel coloso abrió todavía más mis carnes. Sentí el grosor de su sexo horadándome, como una noche antes, haciéndome estremecer de placer, con un tronco que entraba en todos mis rincones de manera triunfal, potente, viril, como el ariete griego que se estrellaba contra las murallas de Troya. Otra vez el héroe griego sacudiéndome el cuerpo y la mente. Pujaba y resoplaba, quería gritar y mordía las manos de Ulises que me poseía de aquella manera, y a veces mis propias manos, delirante de pasión, enfebrecido, agitándome al compás de aquel cuerpo brioso y juvenil que sacudía el mío. Me cogía allí mismo, con el agua cubriéndonos hasta la mita de las piernas, me empujaba con fuerza, haciendo que me quejara, que mi cuerpo entero se proyectara hacia delante. Me cogía tan salvajemente que se oía el golpe de sus ingles chocar contra mis glúteos, y aún así me mandaba a la gloria una y otra vez. Juan me acariciaba de pies a cabeza, me masajeaba los hombros, las tetillas, el vientre, y por momentos no cabía en mí de tanto gozo. Mi ser entero se vio sacudido por una sensación orgásmica, mi verga lanzó tres o cuatro chorros de semen que dieron en el agua, pero yo estaba perdido en los brazos de Ulises, quien remataba mi culo con una soberbia corrida, hundiéndome toda su polla y lanzando varios rugidos de triunfo. Estaba agotado, pero Juan me reclamaba de nuevo. Dije que no, que ya no, por favor, que me iban a matar, que ya no ...
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