1. Adictas al Embarazo 2


    Fecha: 22/10/2019, Categorías: Incesto Tus Relatos Autor: Sombra, Fuente: RelatosEroticos-Gratis

    ... ajena al mundo, tiempo que aprovechó para entrar no sólo en su recámara, sino también en ella, dejándola millones de regalos imperceptibles.
    
    Regresó de los momentos nocturnos en ese mismo lecho. Se abalanzó sobre su cuerpo, se prendió a esas sabrosas tetas coronadas con esos pezones duros y calientes, bajó por su vientre en constante crecimiento y por fin su lengua se apoderó de sus amorosos labios prohibidos.
    
    El clítoris se encontraba listo, crecido, sus labios se hallaban calientes, mojados y un poco pegajosos por la sesión solitaria.
    
    Los líquidos fueron succionados y lamidos, cada parte de carne expuesta besada, lamida, mordida cariñosamente, el perineo repasado múltiples veces preparando la sesión de hoy, de nuevo lo intentó, toda la longitud de su lengua se internó entre los pliegues de sus benditas y carnosas nalgas. Ya eran varios los intentos por ensartarla analmente, pero hasta ahora no había podido llegar a traspasar el límite  impuesto por el poco uso sexual. Cada que él intentaba algo, apenas era soportable para ella la intrusión, cada intento parecía cerrar más esos pliegues que lo separaban de la gloria.
    
    Por muy pesado que tuviera el sueño, un intenso dolor era suficiente para despertarla por completo y llevar toda la situación a situaciones inciertas, mismas que no deseaba provocar, sabiendo que al final le podría demostrar su profundo amor que los llevara a disfrutar mutuamente, sólo era cuestión de paciencia.
    
    La haló un poco para subir sus ...
    ... piernas lo suficiente como para tener acceso a su bien cerrado y prieto culito que se negaba a ser atravesado por la verga filial. Por muy hijo que fuera, era la última frontera que se le negaba.
    
    Volvió a la rutina, con el lubricante ahogó sus dedos para internarlos en su anito, introdujo uno y luego de unos minutos comenzó con el segundo. Apenas si la punta del segundo podía entrar, los quejidos de Clara se empezaban a escuchar, los párpados se arrugaban y su cuerpo era más difícil de manipular ya que ella hacía movimientos de escape  ante la intrusión.
    
    De nuevo volvió a rendirse, untó algo de vaselina a modo de bálsamo entre los pliegues, besó varias veces ese cerrado hoyito, cerraba las piernas de ella, aprisionando su cabeza entre esos pasmosos muslos, sintiendo esa misma y primera sensación del mundo exterior al nacer.
    
    Era demasiado para él,  con el resto de los productos en sus manos los aprovechó masajeándose su desesperado pistón, éste como la concha de su mami se encontraban encharcados de fluidos propios. Deseaba sentir la piel de sus piernas, los pliegues de su negado culo, el tibio aliento de su boquita, todo ello sobre la piel de su glande, de su tronco, de su escroto, pero ya no podía soportarlo más. Necesitaba volver a entrar, sentir ese calor que la calmaba y lo desesperaba simultáneamente.
    
    No lo pensó más
    
    Lo llevó hasta la entrada  y se introdujo de un sólo empujón de cadera, le quemaba por dentro y por fuera, la sensación destruía cada pizca de ...
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