1. Cojiendo a la esposa de mi mejor amigo.


    Fecha: 23/11/2017, Categorías: Sexo Duro Autor: pancho31, Fuente: xHamster

    ... sus ojos se llenen de deseo.De decirle a Alicia (mi esposa), que se acerque y coquetee con el vecino o al un señor en el metro, que lo manosee encima de su jeans y que le enseñe sus tetas, y luego me cuente los detalles jugosos de cómo la penetraron, o sorprenderla llegando a casa, chupándole el pene a otro y yo escondido mirando todo aquello.Me excito pensando en una mujer madura con jóvenes manoseándola. Esas imágenes hacen que mi pene quede muy erecto, que presione por salir de su atadura, de su camisa de fuerza y empiezo a tocarlo, a escuchar el ruido de su envoltura sobre su rojo y brillante glande. A veces me lo aprieto, lo desvío, lo muevo con fuerza, con quejidos, cierro los ojos… mmmmmm… ahhhh… pienso en ti!!!… luego me controlo, espero un rato y veo como sale el preseminal, como las gotas de ese líquido comienzan a lubricar más, mi pene y mi mano.Siento los latidos de mi miembro, pensando en penetrar alguna boca, un culito o una rosada vagina y comienzo nuevamente a moverlo, a masajearlo cada vez con mayor fuerza, más desordenado, menos acompasado, abro mi boca para expresar mi calentura, muevo mi pelvis buscando el cuerpo caliente de una mujer y no lo encuentro, hasta que emerge como un volcán todo mi semen, tibio y caliente, espeso y vivo, que cae sobre mi vientre hasta la ultima gota, que comienza a recorrer las sábanas mientras me retuerzo en él y disfruto de mi propio líquido, deseando buscar con ansias un momento de mis sueños puramente sexuales, con quien ...
    ... este más cercana”.Cuando termino de contarle, la miré y su rostro era otro… estaba sonrojado, con los labios semiabiertos, los ojos semicerrados, sus manos entre sus piernas… y en silencio… absoluto silencio. Le pregunto: – ¿Te ha gustado?-. Me dice: -Gonzalo, ¿piensas en mí? Sonrió y abrió los ojos en un gesto de admiración y sorpresa. – Eso lo dejo a tu imaginación -, le dije.Continuaron con mayor frecuencia sus paseos de fin de semana o en las tardes, en short recortado que dejaban asomar sus cachetes encantadores. Eso me mantenía a mil. Todos esos días de fin de semana, en que ya cada vez salía menos con mi amigo, conversábamos, nos buscábamos, nos mirábamos, pero sobre todo, nos acercábamos, tocando nuestras manos, brazos, cuerpos, con roces suaves, calientes, ricos. Eran toqueteos tenues, pero eléctricos. Ella miraba con un dejo de cariño, cada vez más, a veces hasta con angustia.Hasta que ocurrió lo inevitable. Esa mañana, desperté con mucha modorra. La casa estaba en silencio. Alicia al parecer, no estaba. Me levanté, bajé al primer piso y entré a la cocina. Mi sorpresa hizo que definitivamente, despertara. Allí estaba, arriba de un piso enclenque, con su pijama-short, mostrando sus bonitas piernas y revisando una repisa que estaba alta. ¡¡Sujétame, que me puedo caer!! Me dice casi gritando. Levanto los brazos levemente y la cojo de la cintura. Su culo me queda a la altura de mi cara. Me comenta algo que no presto atención. El mundo para mí, era ese trozo de ricura, ...
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