1. El fetiche de mis bragas olorosas


    Fecha: 21/02/2018, Categorías: Fetichismo Infidelidad Autor: chicapervertida, Fuente: CuentoRelatos

    ... dos veces e ingresé con ella al retrete. Entonces ella levantó su falda hasta sus caderas y de un tirón se bajó las bragas hasta las rodillas y se sentó. Debo deciros que las bragas de Ester eran preciosas; era un hilo de color negro, con encajes muy delicados y al instante que se las bajó, un fuerte olor a coño sudado inundó el ambiente y penetró sin contemplación mi nariz. Olía exquisito en realidad. ¿Sabéis a lo que me refiero? ¿Sois conscientes del aroma divino que emana de un coño bien sudado? Es un perfume embriagador que causa adicción. Mientras estábamos allí me lo imaginaba cerradito, peludo y jugoso, y mientras escuchaba el sonido de cascada en la poceta, me imaginaba un chorro de orina tibia y dorada salir con presión mientras se abría paso entre los pliegue de la vulva. Pues bien, el olor animal del coño de Ester y la imagen de la exuberante polla de Oscar casi me hacen acabar sin siquiera haberme tocado. ¡Estaba cachondisima! Quedé paralizada y completamente alterada, al punto que Ester me preguntó si estaba bien. «¡No es nada, solo que tengo mucho calor!» respondí en seguida. Cuando volvimos a la mesa nuestras amigas continuaban su charla fútil, así que me inventé un pretexto para despedirme, le di una par de besos a cada una, incluyendo a Ester y me marché. Comencé a caminar con paso precipitado con ganas de llegar a casa y que mi marido me follara, y si él no estaba, entonces estaba deseosa de darle uso a mi consolador y a mis bolas chinas. Como iba tan ...
    ... excitada, con cada paso que daba podía sentir un cosquilleo delicioso en la vulva. Iba abstraída por la calle repleta de gente guapa y no podía evitar fijarme en los hombres y las mujeres hermosas que habían a mi alrededor; eso aumentaba más mi morbo. Me detuve un segundo y me lié un porro para irlo fumando el resto del camino, y una vez colocada mi abstracción se intensificó. Un momento después llegué a la ribera del Guadalquivir. Decidí entonces desviar un poco el camino y transitar el corredor paralelo al río, que une la estación de buses con el puente de Triana. Ese fragmento del camino es hermoso. La calzada se adentra en un pequeño bosquecillo que se precipita hasta el borde de las aguas y allí turistas y locales se entregan al descanso y a la recreación. Mientras caminaba podría observar las chiquillas tendidas sobre el césped tomando el sol. Que divinas criaturas, virginales, descalzas, con las plantitas rosadas de sus pies suspendidas en el aire; o los chicos jóvenes, jugando entre ellos con el torso descubierto, enseñando la perfección de sus cuerpos adolescentes. ¡Qué excitación sentía! Deseaba detenerme allí y simplemente entregarme al placer entre los árboles; que una polla grande y tiesa como la de Oscar se precipitara por mis orificios o comerle el coño oloroso a alguna de las nenas perfectas. Cuando llegué a casa no esperé ni un segundo. Abría la puerta, atravesé la sala y me detuve un segundo para dejar mi pesada cartera y las cosas que llevaba en las manos; pero ...
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