1. Ilustrísima señora


    Fecha: 01/03/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... habrás visto en tu vida" ¡¡ diooos..... diooooos....!! Suavemente, pero con rapidez, aquel desbocado marinero le introdujo la mitad del pene en el coño de Rosa: " ¡ dioooooos... dioooos...!" gritaba muy excitado. Ella ya no podía más y enloquecida por el placer le gritó: ¡¡ fóllame, cabrón, fóllame, fóllame, fóllame!! Al tiempo que él la embestía con su miembro metiéndoselo todo hasta la raíz. La hinchazón y el frotamiento de aquel músculo que le penetraba le prestaban un frenesí erótico que le hacía agitarse como una posesa. Los dos cuerpos se agitaron de forma convulsiva y ambos de desvanecieron en medio del exceso de su placer. Se desbordaban los conductos espermáticos. Suspiros, rugidos, murmullos de éxtasis apagándose en besos, mordiscos, apretones y palabras ininteligibles que parecían provenir del demonio del placer. Allí permanecieron unos minutos extasiados. Rosa de vez en cuando emitía un sonido mezcla de rugido y llanto. Él no paraba de murmurar: ¡diooos.... dioooos!. Él se vistió rápidamente ya modo de despedida le dijo a Rosa: ¡estás como Dios! No te vuelvas a cruzar en mi camino porque no respondería de mis actos. Me importa una mierda lo que pueda pasarme". Rosa permaneció allí tendida un rato sintiendo algunos espasmos de placer. Juntó los muslos y los frotaba, lo cual le causaba restos de placer. ¡Qué polvo le había metido aquel cabrón ! Lo que más le había excitado fue la forma en que le comía las tetas. Nunca nadie se las había mordido ni chupado de ...
    ... aquella manera. ¡ aquel analfabeto ! ¡ a ella, a una magistrada ! ¡Toda una señora! ¡Ilustrísima señora! Algo no funciona bien en este mundo. Cuando Rosa regresa a la mesa del grupo de compañeros de viaje no puede ocultar unos pómulos rojos y hermosos, y los restos de excitación no pasaron desapercibidos para una de las dos señoras que allí estaban. Rodrigo, el esposo de Rosa, le pregunta: ¿dónde te has metido? ¡¡Hay -dijo ella- este barco es tan grande y bonito que me he dedicado a recorrerlo todo. Ha sido agotador, oye". Después de comer todos se fueron a descansar a sus habitaciones y Rosa se marchó a la ducha. Cuando regresó a la cama Rodrigo la esperaba con no ocultos deseos. Rosa llevaba una muy ligera pieza de lencería que destacaba toda su hermosura. Rodrigo no era un hombre muy ardoroso precisamente, pero cumplía de vez en cuando y le gustaba el arte del amor. Cuando Rosa se echó en la cama, su marido se le aproximó y le mordió una oreja diciéndole: "¡estás espléndida!, menuda envidia te tienen esas dos. No paran de mirarte y hacerse comentarios. Están envenenadas de envidia. Y si no, ellos. Se les van los ojos mirándote el culo. Deben estar pegándose más pajas a salud tuya que un escolar. ¡Ven aquí, Rosa, ven, ven!. Le puso un muslo sobre ella y comenzó a frotar su pene contra los muslos de su mujer. Se estaba poniendo caliente y le palpaba muslos y pechos. Ella se sintió obligada complacerle pero le picaba el coño y los pechos le dolían un poco por la fogosidad de su ...
«1...345...9»