1. Mi casera me la chupaba estando en la Universidad


    Fecha: 24/05/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Antonio Alexilo, Fuente: CuentoRelatos

    Aquel primer año en la Universidad me alojé en una casa particular, en la que, tras unas primeras semanas de exhibicionismo y de miradas indiscretas, el deseo se propagó y mi casera me la empezó a chupar, ¡casi todos los días! Más adelante, el morboso marido quiso estar presente y ver cómo me la chupaba. Yo sentía vergüenza. Me animo de nuevo a contar mis andanzas después de varios meses sin escribir, unos meses de desánimo tras lesionarme la rodilla, lo que me obligó a abandonar el deporte profesional e hizo que engordara un poco, no demasiado; pero sí lo suficiente para añorar el cuerpo atlético y casi perfecto que yo tenía hace tan solo ocho meses. Esa añoranza es la que me anima a volver a contar mis experiencias, pasadas y, aunque menos atlético, presentes también. Hace seis años, cuando sucedió lo de mi casera, mi cuerpo no era tan atlético como a primeros de este mismo año, pero tenía la belleza de un cuerpo fuerte, joven y de piel suave. Yo tenía dieciocho años y era mi primer año en la universidad. Me alojaba en una casa particular, en la que mi casera, una señora de cincuenta y ocho años, casada y con una hija, me espiaba desnudo... después me hizo muchas felaciones y, tras un tiempo chupándomela, su marido quiso estar presente y ver cómo me lo hacía. Los nombres del relato no son los nombres reales, solo el mío. Llegué a aquella vieja casa del centro de la ciudad en otoño, ya había refrescado, pero en aquel hogar no hacía frío ya que, aunque las paredes ...
    ... interiores tienen algunos desperfectos, los antiguos muros exteriores eran fuertes y muy gruesos; lo que hacía que el frío no penetrara allí. Un mes antes de instalarme a vivir con aquella familia había leído un anuncio en internet, en el que se alquilaba una habitación en una casa particular a muy buen precio, con comida y lavado de ropa incluido. El precio era tan bueno que la reservé de inmediato haciendo un ingreso. Al entrar a la casa con mis maletas me recibió Cecilia, mi casera, después me presentó a su hija Elisa y a su marido Pablo; todos me parecieron muy amables y encantadores. Mi habitación estaba en la parte superior de la casa, en la buhardilla, y para llegar a ella había que subir a lo más alto de la escalera, pasando antes por la planta baja, donde estaba el comedor, la cocina y los aseos; y después por la planta primera, que es donde estaba el dormitorio de mis caseros y el de su hija Elisa, junto con otro aseo más pequeño. La casa no era grande y yo era el único huésped; me dijeron que todos los años alquilaban la buhardilla, como un modo de relacionarse y de obtener unos ingresos extra. Yo estaba encantado de ser el único huésped ya que todas las atenciones eran para mí desde el primer día; haciéndome sentir el rey de la casa. La señora Cecilia tenía entonces cincuenta y ocho años y se conservaba bastante bien: buen culo para su edad y una cara muy bella, que hacía pensar que de joven habría roto más de un corazón. El señor Pablo tenía un año más que ella y se veía ...
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