1. Mi casera me la chupaba estando en la Universidad


    Fecha: 24/05/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Antonio Alexilo, Fuente: CuentoRelatos

    ... con él, me informó sobre el modo de instalar una mini webcam y los materiales que necesitaría. Compré todo y, siguiendo las instrucciones de mi amigo, un día que la familia salió al completo al centro comercial, me situé en el pasillo frente a mi puerta, buscando la mejor ubicación para la mini cámara. El sitio que escogí fue un cuadro en el pasillo con un marco a base de relieves de flores, donde la mini cámara, no mayor que la uña del dedo gordo de mi mano, pasaba desapercibida entre las flores. Luego, en mi habitación, busqué en el ordenador portátil la señal que emitía la cámara; y allí estaba la puerta de mi habitación vista desde el pasillo. Coloqué el portátil sobre una silla junto a la puerta, pero con la pantalla de espaldas a esta. Aquel mismo día, en cuanto escuché abrirse la puerta inferior de la escalera, comencé a masturbarme con intensidad. La pantalla del portátil me mostró la imagen de mi casera subiendo y cerrando tras de ella la puerta que conducía al último tramo de las escaleras. Muy despacio, para no hacer ruido, mi casera se acercó a la puerta de mi habitación y se puso de rodillas para que el agujero quedara a la altura de sus ojos y, como si mirara por un catalejo, pegó su rostro al agujero junto a mi puerta. Al verla postrada a los pies de mi puerta, paré de masturbarme, dejando que mi pene diera saltitos en el aire frente a su ojo espía, sin cogérmelo con las manos. Me tendí en la cama y sabiéndome observado comencé a tocarme los huevos, tirando ...
    ... de mi muy distendida y oscura piel. Al poco de dejar de masturbarme mi polla se "aflojó", y yacía en la cama hinchada y flácida, con sus pliegues pellejudos apuntando hacia la puerta como una serpiente agazapada esperando "soltar el veneno". Que sensación de plenitud estar sobre la cama y sentir como mi bolsa escrotal se expandía y mis huevos gordos se veían relajados sabiendo que me miraban. En la pantalla del portátil vi como doña Cecilia apoyaba una mano contra la puerta y con la otra se restregaba bajo el vestido; su mano aceleró restregando su sexo y, con la excitación, Cecilia bajó la cabeza separándose del agujero y dejando de mirarme mientras se tocaba. En ese momento comencé a meneármela de nuevo mirándola a ella en la pantalla del portátil, se me puso dura como una roca y con la excitación, me levanté de la cama y, desnudo como estaba, abrí de golpe la puerta: doña Cecilia perdió el apoyo de la puerta y cayó al suelo de lado, despatarrada, con las bragas bajadas hasta las rodillas, mostrándome su coño peludo y muy empapado. Ella miró hacia arriba desde el suelo, viendo sobre su cabeza mi gran polla bajo la luz de la bombilla de la escalera. Su rostro se puso tan rojo como la bombilla de una casa de putas; le dije. —Pase usted adentro, por favor Cecilia, no esté haciendo eso en la puerta. —Gracias Antonio, perdona, pero desde el otro día que vi luz por el agujero y no pude resistirme a mirar, tengo el cuerpo revolucionado y he perdido la vergüenza, ¡pero como puedes ...
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