1. La fiesta del cole


    Fecha: 15/07/2018, Categorías: Incesto Autor: historiasanonim, Fuente: RelatosEróticos

    ... Siiiiii! Joder! Ufffff! Me corrooo! Aproveché el bullicio para gemir mientras notaba como un inmenso chorro deslizaba por mis piernas. Él, aminoro el ritmo, pero sin detenerse seguía dándome. Yo le oía acelerar la respiración y no tardó en correrse aprovechandolos aplausos de la siguiente canción. En medio del éxtasis ni siquiera me paré a pensar que lo habíamos hecho sin condón. Sacó su polla de mi coño y según lo hacía, noté su leche siguiendo el camino de mi corrida. -Si quieres terminar lo que hemos empezado, te espero en el baño de chicos. Me dijo al oído. No sé cómo, aun con las piernas temblando, acabé allí. Estaban todas las puertas abiertas excepto una, me acerqué y toqué con los nudillos. La puerta comenzó a abrirse. Esperaba ver a Alberto, con sus tatuajes en los brazos, pero no, no era él quién me estaba detrás de la puerta. Era Alfredo, mi cuñado. -¿Pero qué has hecho Alfredo? Joder, eres mi cuñado, el hermano de Jorge. ¿Y Noa? ¿Cómo puedes hacernos esto? -Llevo años deseándote en secreto, ya te deseaba cuando empezaste a salir con mi hermano y esta noche, cuando te he visto subida en la silla enseñando parte de tu culo, no pude evitar acercarme a ti y una cosa me llevó a la otra. -¡Pero somos familia! -Sólo soy el hermano de Jorge, realmente no somos nada. -¿Y si nos hubiese visto Noa? -Noa ha salido tarde de trabajar, me ha dicho que te dijera que llegaría al final de la función para iros las dos por ahí. -Esto no está bien... Me di la vuelta con intención ...
    ... de abandonar el baño, pero en ese momento Alfredo agarró mi brazo y tiró de él para acercarme a su cuerpo. De nuevo notaba su polla en mi culo. Volvía a estar durísima. Quería gritar, pero ¿Cómo iba a explicar mi presencia en el baño de los chicos? ¿Y si Alfredo dijese a Noa que era yo la que le buscaba? Tenía miedo y me quedé paralizada. Alfredo se bajó los pantalones y los calzoncillos, detrás de los cuales apareció una polla descomunal. No se parecía nada a la de su hermano. Debía medir unos 25 centímetros, estaba circuncidada, llena de venas y el glande tenía un color rosáceo tirando a rojo, probablemente debido al polvo que acabábamos de echar. -¡Te voy a dar lo que te hace falta! ¡Chúpamela! Y agarrándome del pelo hizo que me arrodillara ante él. Yo cogí su polla y comencé a lamerla, recorriendo con mi lengua toda su extensión. Al llegar a la punta, la introduje en mi boca y empecé a mamarla. Aún podía notar el sabor de nuestros jugos. Él agarraba mi cabeza y trataba de que me la tragara entera, pero era imposible. Apuraba en el fondo de mi garganta hasta que me daban arcadas y me permitía descansar. Agarrándome por los brazos me levantó del suelo y dándome la vuelta hizo que me apoyara en la taza del baño. Levantó el vestido hasta mi cabeza y bajó mis bragas hasta los tobillos. Volvían a estar húmedas. Cogió su polla con la mano y la arrimó a mi culo con la intención de probar ese nuevo agujero. Sin embargo, a pesar de estar muy húmeda no entraba. Hacía años que no ...