1. Gárgolas


    Fecha: 27/07/2018, Categorías: BDSM Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... más escondida y comenzamos a quemar. Se voló al instante elogiándome a cada rato lo que le había convidado. Caminamos un poco más y le dije que me gustaba recompensar a la gente de mi agrado. Respondió que entonces también tenía que recompensarme de algún modo. Con descaro le miré el bulto del pantalón. Se dio cuenta y me sonrió. Le dije que pasáramos a un motel, yo pagaba. Justo andaba con diez lucas en el bolsillo. Llegamos a McIver y entramos al Príncipe, en el cuarto piso de un pequeño edificio ubicado al lado de un café con piernas. En la última puerta había que tocar un timbre. El piso parecía imitar al mármol, una pequeña pileta de piedra se emplazaba en uno de sus rincones y las paredes tenían grandes espejos circulares con marcos dorados. El lugar era atendido por unas amables señoras, algunas ya muy ancianas, encargadas de limpiar las sábanas de los fluidos esparcidos por sus niñitos promiscuos. Llegamos a la pieza y el sujeto se acostó tapándose los ojos con los brazos. “Estoy muy volao hermano, la cagó”, señaló entre confundido y agradecido. Apagué la luz y me encargué de desvestirlo lentamente. Luego mi boca se encargó de recorrerlo por completo. Saboreando su pedazo de carne, lentamente, para después de golpe llevarlo hacia el fondo de la garganta, donde el hombre aprovechó de presionar con fuerza con una de sus manos en mi nuca, tan fuerte hasta sentir ganas de vomitar, no de asco sino porque ya no puedes respirar, comienza a doler, sientes que un líquido más ...
    ... espeso se empieza a acumular en tu interior, y las arcadas son cada vez más intensas. Me pregunta si me gusta, le dije que me encantaba, como siempre. Estuve también por un buen rato inserto en sus peludos testículos hasta que decidí seguir bajando. Le pasé la lengua lentamente por el culo y fui entrando entre sus paredes de a poco. Comenzó a gemir, en tono grave, alargando cada sonido. Todo esto lo hacíamos no estando completamente despiertos. De repente, me tomó de la cintura para introducir su pene erecto, acto que me sacó del estado de ensoñación que me encontraba para llevarme al dolor placentero. Su virilidad me hacía enloquecer. Sentía su barba cálida cuando nos decidimos a besarnos. Después de un rato acabó y se quedó dormido. Me quedé en silencio, en posición fetal. Luego lo abracé y cerré los ojos pensando en que en ese mismo lugar había estado hace tiempo con Vicente, un día en que después de hacer el amor lloramos ante la posibilidad de perdernos mutuamente (cosa que sí ocurrió finalmente). Recordé que era invierno y que sólo llegábamos ahí para poder abrazarnos y hacernos cariño debajo de las usadas frazadas. Yo le prometí que nunca lo olvidaría (eso sí lo cumplí). Me acosté en el pecho del desconocido, mientras me cubría con uno de sus brazos. Despertamos con el sonido del teléfono al lado de la cama, donde una de las señoras nos avisaba que ya se habían cumplido las tres horas. Entré al baño y me lavé la cara. Me vi al espejo y me encontré delgado en extremo. ...