1. Mezcla de sensaciones: sexo y morbo


    Fecha: 19/09/2018, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Sconvix, Fuente: CuentoRelatos

    ... sobre el lavabo y dándome la espalda, me ofreció aquel fruto divino, formado durante años y ahora resumante de esplendor. El tubo de luz del cuarto de baño se reflejaba sobre él, todo pringado de aceite corporal. A continuación hundí mi grueso capullo, al cual le costó entrar al principio y a pesar del lubricador. Pero, poco a poco, mi gran anaconda logró introducirse en su ano cual flecha de punta plateada en el pecho del cervatillo. Su gemido no pudo ser más ensordecedor. Tenía la sensación de que si me movía lo más mínimo terminaría por correrme, y siendo ella inconsciente de esta mi sensación inició un movimiento horizontal que provocó el estiramiento de todos mis músculos y tendones (como cuando uno sueña que cae) y mi rostro se retorció hasta tal punto que la apertura de mi boca emitió todo un torrente de caliente saliva. Claro que, si quería disfrutarlo, debía ser fuerte y aguantar como nunca antes. Por ello me agarré fuertemente a su cadera, como el esclavo de una galera que prefiere destrozar sus manos con el remo a su espalda con el látigo, e hice chocar mis endurecidos cojones una y otra vez contra aquellas nalgas. "¡Me corro, me corooo!", dije entre alaridos ...
    ... ante la incapacidad de aguantar. "¡No, no, nooo!", contestó ella rápidamente a la vez que se la sacaba. "¡Ah, ah!, sí, acabaremos juntos. Con un esfuerzo sobre humano y dominándola bajo mi yugo me abalancé sobre Noa insertando casi mecánicamente de nuevo mi pene en su sexo. La clavada fue tal que sentí su dolor, traducido en un prolongado gemido. -"¡Sí, sí, síííí! ¡Haz que me corra, lo deseo, hazme tuya! ¡Quiero corrermeeee! Y no hubo respuesta por mi parte, al menos vocalmente. Todo lo que le di fue una última acometida que tuvo como consecuencia la corrida de ambos, con una potencia tal que hizo retroceder mi polla del interior de su coño unos cuantos milímetros. Sin dejar de apretarme de ella nuestros fluidos se escapaban por los resquicios de la cárnica unión, descendiendo por las piernas y mezclándose con el agua y el aceite corporal contenido en el plato de ducha. Muchos "Te quiero", abrazos y sonrisas. Fue algo excepcional. La despedida fue relajada; ¿habría una próxima vez?, ¿estábamos tan satisfechos que no hacía falta un nuevo encuentro?, ¿quedaban más experiencias por compartir? Ahí quedó la cosa, por ahora. Dedicado a Noa, aquella que ha hecho posible este relato. 
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