1. La miliciana


    Fecha: 18/10/2018, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos

    ... "Hola, Carmen", saludó Desiderio, el que los dirigía, "te estábamos esperando." Todos aplaudieron. La que más aplaudió fue Quero, una miliciana bajita, hombruna, de pelo corto y rubio, algo mayor que Carmen, que en una ocasión la vio al descuido bañarse desnuda en la bañera común del corralón donde ambas vivían, y que desde entonces sólo soñaba por pasársela por la piedra. Quero, la mirona, que era la encargada de uniformar a las milicianas, no desaprovechó la ocasión que se le presentaba: "Carmen, ven conmigo a esa habitación, te daré tu ropa de miliciana." Carmen entró con ella. "Carmen, desnúdate..., oh, niña, tienes un cuerpo precioso..., ven, túmbate en este sofá, estarás cansada, la guerra..., ¿tienes hambre, sí?, toma, come de este higo." A horcajadas sobre la cabeza de Carmen, que descansaba sobre un cojín, Quero puso su coño depilado sobre los labios de la nueva miliciana y ésta lo lamió y chupó durante más de diez minutos, hasta que Quero no pudo más, sus ancas reposaron exhaustas sobre los hombros de Carmen y su mojado coño sobre la barbilla, quedando sentada sobre su torso con la cabeza derrumbada por tanto placer. Quero y Carmen salieron relucientes y rejuvenecidas de la habitación. Bajo su rostro reluciente de finos rasgos, Carmen vestía un mono de peto sin ropa debajo, por el que se podía ver el nacimiento de sus gruesos pechos y el canalillo entre éstos, y calzaba unas abarcas que dejaban al descubierto el misterioso puente de sus pies; su cabello castaño lo ...
    ... llevaba recogido bajo una diadema roja de felpa. Los milicianos quedaron fascinados ante tal belleza; y Carmen, encantada. "Carmen", llamó Desiderio, el jefe, "ven ahora conmigo, te enseñaré la barricada desde donde recibiremos a nuestros enemigos con fuego"; al pronunciar la palabra "fuego", Desiderio apretó sus dientes, luego rio a carcajadas. Los dos salieron del local; era todavía noche cerrada y no había nadie por las calles. Atravesaron La Trinidad y llegaron a Mármoles. "Aquí es", exclamó Desiderio. Lo que allí pudo ver Carmen fue una rudimentaria barrera hecha de muebles viejos, y otros objetos dudosos, que separaba el centro de Málaga de las huertas de la periferia, por donde se preveía que vendrían los facciosos. Una débil luz iluminaba la escena, la de la luna llena. "Ven, Carmen", dijo Desiderio, "llevarás un fusil, yo te enseñaré a usarlo, y, cuando venga el enemigo, debes dejarte caer hacia delante, buscar un apoyo bajo tus brazos y apuntar bien, con las piernas fuertemente asentadas atrás." Carmen adelantó a Desiderio, se situó detrás de la barrera, dejó caer su torso con la palma de sus manos por delante y preguntó: "¿Así?"; "Así" Así vio Desiderio a Carmen: culo en pompa y tetas grávidas casi escapadas de su peto. Así le desabrochó las hebillas del peto, se lo bajó y, como no tenía bragas, sacando su dura polla por encima del cinto del pantalón, atravesó la rendija de carne hacia el boquete del culo y la penetró: "¡Así!", gritó; "Desiderio, ¿así?", suspiró ...
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