La amiga de mi tía
Fecha: 03/11/2018,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... decía que tuviera cuidado, porque de la forma que iba vestida estaba para hacerle cualquier cosa, pero ella siempre respondía con una sonrisa, sus labios estaban pintados de un rojo oscuro, el inferior era carnoso, todo lo contrario al superior. Pensé muy dentro de mí, cómo debe de chupar la pija esta mujer, pero mis planes eran otros, encontrarme con Pochi y conocer a una de sus amigas que según ella estaban muy fuertes. Bajamos con Anita del micro y cruzamos la calle estaba mi prima, pero sólo venía con una chica a su lado, pensé que sería la amiga que me presentaría, pero no fue así, esta chica tenía otros planes, además de ya estar acompañada. Ingresamos al boliche y comencé a recorrer el lugar, me había separado de las chicas y mis ojos se dirigían hacia todos los sectores, especialmente a esas colas y tetas tan pronunciadas que sobresalían de vestidos y escotes. El boliche estaba a pleno, la gran mayoría bailaba. Caminé unos metros y en la penumbra me encontré con Anita, quien me regaló una amplia sonrisa. -Está hermoso el boliche- alcancé a oírle. No estaba muy decidido pero la invité a bailar, cosa que aceptó inmediatamente. Una vez en la pista nos miramos y no titubeé en tomarla de la cintura y atraerla contra mi cuerpo. Ella pasó sus brazos sobre mis hombros, mi mentón se unió a su cara y frente cálida, seguimos despaciosamente el ritmo de la música. Comencé a bajar mi cara y a darle suaves besos sobre la frente y la mejilla, llegué al cuello suave y aromatizado ...
... por un perfume dulce, penetrante. Anita se dio cuenta de mis intenciones, a tal punto que se paró y por unos instantes pensé que lo que estaba haciendo no era de su agrado, pero no fue así, pues me brindó una sonrisa acogedora y sentimos una atracción simultánea, nuestros labios se encontraron en un beso electrizante, mi lengua pasó la barrera sensual de sus labios encontrándome con la de ella, pulposa, carnosa, ancha y atrevida. La apreté contra mi cuerpo, mi bulto ya era más que notable, sus tetas, tendría unos 110 cm de busto, se apretaron contra mi torso. El beso fue atrapante y pronunciado, las caricias se sucedieron y sin esperar más mi mano se posó sobre su cola. Sentí la dureza de sus pequeños cachetes, la invité a que nos sentarnos y comenzamos una larga e ininterrumpida franela. Mi pija ya no daba más, la zona donde se encontraba mi bulto estaba totalmente húmeda. Había alcanzado a desprenderle dos botones de su blusa, mi mano se deslizo por sus tetas, los pezones tomaron vida, se pusieron duros y erguidos, se los pellizqué suavemente y alcancé a oír un gemido de placer mientras nuestras lenguas seguían entrelazadas recorriendo cada rincón de nuestras bocas. Dejé de acariciarle las tetas para bajar hasta la falda, no pude llegar a tocarle la concha porque su cuevita estaba cubierta por las medias de lycra largas, percibiendo con claridad la brillantez de sus jugos que fluían de la entrepierna. Tuvimos unos 30 minutos así, franela va, franela viene, luego decidimos ...