1. Pacto entre primos


    Fecha: 23/11/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... de la tarde. Preparé sin prisa y a conciencia el desayuno, y luego me dispuse a ducharme. Dejé la ropa sobre una estantería de toallas, que era de diseño, realmente espectacular, no medía mucho más de un metro, así que no entraban demasiadas toallas, pero era realmente bella. Al coger la ropa después de duchada, casi tiro dos o tres toallas, se había enganchado uno de los cierres del sostén, y descubrí una especie de cable de color blanco, casi transparente, que sobresalía de entre una de las toallas. Indagué y no me podía creer lo que estaba viendo, era una diminuta cámara, conectada a una pila. Con el tirón que le había pegado estaba con el objetivo hacia abajo, así que ahora no me estaría grabando, y durante la ducha tampoco, ya que había tenido encima toda mi ropa. Pensé que mi primo era un cerdo voyeur, estuve tentada de tirar aquel artilugio por la ventana, pero poco a poco se me fue pasando la irritación, y fui, digamos que hinchándome de orgullo. Estaba muy acostumbrada a oír piropos, sabía que levantaba pasiones, y aquello era una muestra más. Me dediqué a buscar el sitio donde vería mi primo la señal de video, aunque de aquella ducha que me acababa de dar no iba a descubrir nada. Primero lo intenté con el video, pero nada, luego me puse a buscar el ordenador, pero recordé que su mujer había colocado el portátil entre los enseres que se llevaba. Entonces ¿Dónde tendrá la salida esa maldita cámara? Terminé de vestirme y ya me disponía a salir, cuando sonó el ...
    ... teléfono. Era mi prima. Me pidió que le dijera a su marido, que recogiera el correo electrónico y que se lo mandara a diario, también me pidió que le dijera que lo quería. Yo le dije que como iba a recogerle el correo si se había llevado el portátil, y ella me contestó que no, que el portátil que se llevaba era el de la empresa, que el de casa lo había dejado aquí, no me pudo dar más detalles, el trasbordo en Frankfurt había terminado, le estaban llamando para embarcar. Eran las 9 y media de la mañana, así que tenía más de cuatro horas para encontrar el dichoso portátil, seguro que allí encontraría las respuestas que buscaba. No me fue difícil encontrarlo, estaba en un cajón del despacho, que tenía un agujero en la parte de atrás por el que pasaban los cables. También encontré un par de cd rom. Ahora entendía esa llamada telefónica a las 8 y media de la mañana, cuando descolgué y no contestó nadie, solamente se oía ruido de máquinas al fondo y rápidamente colgaron. Coincidía con la hora a la que mi primo había programado la grabación. Muy hábil si señor, pero en esta ocasión no había tenido suerte, ya que solo se me veía entrando en pijama al baño y dejando la ropa justamente encima del objetivo de la cámara. Lo siento primito, pero solo me vas a ver cuando yo quiera y lo que yo quiera. Me puse a la tarea entonces de indagar en los cd rom que estaban en aquel cajón, y, sorpresa, me pedían clave de acceso. Me quedé un poco chafada, pensé en buscar en el móvil, más concretamente, en la ...
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