1. La experiencia de Cindy


    Fecha: 25/11/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... yo sonreía como embobada. A continuación tomó mis manos y tiró para que me incorporase; accedí un tanto contrariada, porque nada me parecía más delicioso que permanecer allí tumbada sintiendo el contacto de su cuerpo. Me senté al borde de la cama mientras Carlos permanecía agachado delante de mí, entre mis piernas, y mirándome con una dulzura inmensa. Me besó las manos, luego los muslos y comenzó a incorporarse con parsimonia, con los ojos clavados en los míos. Se detuvo cuando su miembro erecto estaba frente a mis pechos; bajé la vista y lo contemplé un momento, me pareció enorme; lo tenía allí, al alcance de la mano en toda su erección, anhelante, viendo como le salía una especie de baba, pero no sé por qué no me atrevía a cogerlo, en aquel instante pensé que estaba siendo muy egoísta. Lo cogió él con la mano derecha y lo mantuvo de tal forma que la punta quedaba justo encima de mi pezón izquierdo, podía sentir sus palpitaciones, creo que mis pezones se endurecieron como piedras. De pronto una gota de aquel líquido casi transparente se derramó sobre mi pezón; fue como recibir un latigazo en la sangre, y sin darme tiempo a que me recuperara de la impresión comenzó a restregar la punta, primero contorneando el seno y luego el pezón, deslizándose con extremada suavidad; así estuvo un rato, pasando de un pezón al otro, la sensación era tan placentera que oía mis propios jadeos resonando en las paredes. Cerré los ojos y concentré mis sentidos en la punta de aquel capullo que ...
    ... estaba inundando mi cuerpo de sensaciones nuevas. De repente se interrumpieron las deliciosas caricias; abrí los ojos y pude observar a unos diez centímetros de mi cara el miembro palpitante que como una fuente perezosa continuaba babeando aquel líquido que me tenía fascinada. Una gota estaba a punto de desprenderse y situé mi mano debajo, luego la deslicé hacia atrás suavemente y a Carlos le salió un profundo suspiro. –¿Te vas a correr?, pregunté inocentemente. –Estoy a punto, mi amor, no tendrás que esforzarte para hacerme correr. –¿Y qué hago?, pregunté de nuevo, no sabía si él aprobaría lo que se me estaba pasando por la mente. –Es todo tuyo, puedes hacer lo que quieras, con la mano, con la boca, con... Creo que adivinó mis preferencias, porque poco a poco fue aproximándolo a mis labios. Me embargaba una emoción desconocida, una mezcla de ansiedad y temor no sabía de qué. Tímidamente acerque los labios y pronto sentí la humedad pegajosa extendiéndose por ellos; Carlos presionó levemente para que entrara un poco, lo cual me obligó a abrir los labios que abrazaron el glande mientras con la punta de la lengua percibía un extraño sabor que me iba gustando más a medida que inundaba el paladar. Carlos comenzó a jadear; levanté la vista y vi su cara descompuesta; yo me descompuse también, el comprobar que le estaba proporcionando placer espoleó mi lívido hasta límites insospechados; comencé a chupar con frenesí mientras la lengua circunvalaba el glande; Carlos ayudaba con leves ...
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