La experiencia de Cindy
Fecha: 25/11/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... para saciar nuestro apetito. Algunas veces no podíamos esperar al sábado. Yo me levantaba y duchaba antes de hacerlo Carlos; normalmente cuando yo salía de la ducha él estaba desayunando; me sentaba a la mesa, frente a él y cuando me miraba con ojos suplicantes, encendidos de pasión, yo asentía moviendo la cabeza, sólo de mirarle se me humedecía la entrepierna. Apuraba el desayuno y se iba raudo a la ducha; yo me demoraba, dando tiempo a que terminara; entonces me acercaba a la puerta y gritaba “sal rápido, necesito peinarme”. “Puedes entrar”, decía él levantando la voz al cabo de unos segundos. Sabía perfectamente con lo que me iba a encontrar y a pesar de ello era presa de una gran emoción, un estremecimiento como si una descarga eléctrica me recorriera la espina dorsal. Carlos aguardaba desnudo con aquel mástil tensado, apuntando hacia mí; primero hacía un examen visual, recreándome en todo su cuerpo (Carlos tenía un cuerpo hermoso), aunque en cada parpadeo la vista se me iba al pene que parecía mirarme suplicante; lo asía con ambas manos y, mientras con una masajeaba el glande, con la otra acariciaba los testículos, al mismo tiempo que recorría su pecho con mis labios, aplicándome especialmente a las tetillas. Carlos comenzaba a jadear y el pene babeaba abundantemente; entonces me agachaba y lo introducía en la boca, chupándolo como si fuera de caramelo. Carlos se retorcía y luchaba para ahogar los ...
... placenteros quejidos. Mis labios avanzaban centímetro a centímetro hasta engullirlo por completo, la babilla me empapaba la lengua y el paladar se inundaba de aquel sabor tan característico que me gustaba más cuanto más lo saboreaba. Sabiendo que el tiempo apremiaba, Carlos me sujetaba la cabeza con ambas manos y comenzaba a moverse casi con desesperación, como si me follara la boca; yo me aplicaba también con la lengua y los labios, esperando el premio que no tardaba en llegar, sus corridas eran inmensas, se me llenaba la boca y tenía la sensación de que no iba a ser capaz de tragar todo aquel sabrosísimo líquido. Luego él se lavaba el pene sobre el lavabo, yo me arreglaba el pelo, me enjuagaba la boca y salía con las bragas mojadas y el cuerpo ardiendo, pero feliz por haberle hecho disfrutar y segura de que el sábado tendría mi recompensa. Antes he dicho que había asumido y aceptado que lo nuestro hubiera terminado, pero no es cierto, desde que Carlos vive con su novia estoy muerta de celos y no puedo dejar de pensar en él. Sé que el problema son mis padres, él se siente como si los hubiera traicionado, y hace lo que hace, aunque sufra por ello, quizá esperando que yo olvide lo pasado. Ayer hablamos por teléfono, me dijo que ha discutido con su novia, y ella se ha ido a casa de sus padres. –Procura que no vuelva, le dije. Yo hablaré con mis padres. El próximo curso me tienes ahí contigo. Ven el sábado. Cindy