Buenas noches, princesa
Fecha: 06/12/2018,
Categorías:
Confesiones
Hetero
Autor: Joey Gabel, Fuente: CuentoRelatos
... marcando cada respiración como si le faltase el aire, pero exhibiendo una cálida sonrisa. Estábamos irremediablemente locos, aunque lo peor era la forma en que me encendía proseguir aquel viaje demencial. Después de semejante cóctel de emociones fuertes, sugerí hacerlo en un lugar que nos proporcionase algo más de intimidad. Dolores insistió en que fuera a su piso. No respondí inmediatamente, sin embargo ella ya hablaba sobre cómo convencer a su compañera para que nos dejase a solas. Apenas pude concentrarme durante el resto del día. En comparación, todo resultaba tan trivial que mi interés se disipaba a la menor oportunidad. Y por fin cayó la noche, el esperado amparo de la oscuridad, una calle desierta… su elección estaba más que justificada. Me acerque al telefonillo. No escuché su voz, tan solo como descolgaba y abría la cancela. Subí las escaleras, envueltas en la penumbra, para finalmente vislumbrar una franja de luz indicando que la puerta se encontraba entreabierta. Al cruzar el umbral descubrí a Dolores recostada en uno de los muebles, vestida con una camiseta que le quedaba grande. Nuevamente se mantuvo en silencio, conectó el equipo de sonido y se me acercó moviéndose al ritmo de la música. “Beim ersten Mal tut‘s immer weh Doch heute Nacht wirst du schon sehn Beim letzten Mal schmerzt es noch mehr...“ Dejó caer la única prenda que cubría su cuerpo permitiendo que me deleitase con sus perfectas proporciones, las cuales solo había podido intuir hasta aquel momento. ...
... Sentada sobre mí, comenzó por quitarme la camisa casi arrancándomela. Llevó una de sus manos hacia mi nuca. Tras esto sentí un tirón seco, con una brusquedad inesperada, que me obligó a echar la cabeza hacia atrás. Pude verla relamerse satisfecha ante la vista. Después, deslizó su dedo por mi garganta indefensa como si blandiera un cuchillo. Fue bajando lentamente hasta detenerse en el abdomen. Entonces Dolores esbozó una sonrisa pícara. El bulto en mi pantalón crecía con el roce, había conseguido lo que quería. Tras despegarse de mí, retrocedió hacia la habitación indicándome con el dedo que la siguiese. El cuarto quedaba iluminado por la tenue luz de un par de velas sobre la cómoda. Pude notar su aliento en el rostro antes de que mis ojos se acostumbrasen al cambio. Los cerré a la espera de sentir el calor de sus labios. Fue un beso delicado y fino como una caricia. Trate de disfrutar cada matiz, pues no podía asegurar que aquello durase demasiado. Confirmé que estaba en lo cierto al escuchar la hebilla de mi cinturón golpeando contra la pared. Liberándome de los pantalones, Dolores dejó al descubierto mi pene erecto. Comenzó a lamer el cuerpo hasta llegar al glande, donde puso especial atención con movimientos circulares. Su lengua tenía algo de diabólico a la vez que celestial. De no encontrarme recostado habría caído al suelo, inconsciente. No tardó en meterlo en su boca. Lo mamaba con movimientos rápidos, intercalando breves pausas para evitar que desfalleciese. Una vez ...