1. Volver a salir con mi mejor amiga


    Fecha: 20/12/2018, Categorías: Confesiones Hetero Autor: Rober XL, Fuente: CuentoRelatos

    ... rezando para que mi tanguita no cayese al suelo. Para colmo estaba de puntillas, pues no quería que mis sandalias se impregnasen del líquido que inundaba el suelo, algo mareada por el alcohol, apoyando una mano en la pared lateral para no perder el equilibrio, y con la otra sujetando la puerta para que no entrase nadie. Una postura totalmente surrealista. Mis temores se hicieron realidad, alguien hizo la intención de entrar desde el otro lado de la puerta, la muy vaca burra hacía fuerza e insistía, pese a saber que el reservado estaba ocupado. .-“¡ESTA OCUPADO!” grité. Pero insistían en entrar. Tuve que sujetar la puerta con las dos manos para no ser sorprendida en tan absurda posición. “¡¡Mierda!!” pensé, nunca mejor dicho. Durante el absurdo forcejeo había perdido el equilibrio, con tan mala suerte que había salpicado mi prenda interior con mi propia orina. “¡Maldita sea!, esto solo me puede pasar a mi” pensé mientras apoyaba mi espalda en la puerta tras terminar mi faena como buenamente pude. Comprobé con más detenimiento el estado empapado de mi tanga. “Oh, no!!!” grité para mi “está completamente mojado, no puedo ponerme esto. ¿Por qué me tiene que pasar esto a mi?!!”. Maldije mi suerte y espeté contra la imbécil que había tratado de entrar, al tiempo que pensaba en una solución. Estaba demasiado empapado. Estaba claro que así no podía ponérmelo. Pensé en secarlo con algún secamanos de aire, pero recordé el comentario de alguna de las chicas mientras esperaba, ...
    ... indignada porque estaba estropeado y tampoco había papel. Así que allí estaba yo, con el vestido de Verónica, sin llegar a creerme realmente lo que estaba haciendo, bajando y deslizando mi tanga por los muslos de mis piernas con la intención de encontrar una forma de secarlo como fuese. Con la pared contra la puerta de un asqueroso baño, contemplando atónita mi tanga empapado entre mis manos, y una extraña sensación entre mis piernas, al no notar mi prenda más íntima. Me sentía insegura. Era como estar desnuda. Me acorde de que Verónica había salido sin ropa interior de casa y me preguntaba cómo podía ser capaz de no sentir vergüenza. Mis pensamientos eran caóticos debido al alcohol ingerido. Comencé a resignarme poco a poco, de que no había forma de secar y ponerme mi prenda. Me acordé de las palabras de Verónica “chica tienes que probarlo algún día”. Pues bien, había llegado el momento, aunque fuese a la fuerza. No me quedaba otra, así que decidí hacerme a la idea de que tendría que salir de allí sin ropa interior. Me consolaba pensar que nadie lo sabía. Recé mis oraciones, estrujé el crucifijo de mi colgante en uno de mis puños, y suplicaba sobre todo por no encontrarme con alguien conocido, mucho menos con algún amigo de mi esposo. Me repetí una y otra vez, que si Verónica podía salir así a la calle, yo también podría sobrellevarlo, aunque una extraña sensación de intranquilidad se apoderaba de mí. “¿Cómo podría salir así?” me preguntaba mentalmente, totalmente paralizada y ...
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