Confesión de un infiel
Fecha: 18/10/2017,
Categorías:
Infidelidad
Hetero
Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos
... plano pero grande. Es decir, una mujer redonda por todas las partes y no muy agraciada, en parte porque se cuidaba poco. Yo preparaba el desayuno. La mujer, subía todos los días para hacer la limpieza de la casa y preparar la comida, volvía por la noche a preparar la cena y se iba a su casa. Siempre se llevaba la comida y la cena para los suyos. Los días pasaron, igual las semanas y los dos primeros meses. Yo no quería irme de putas porque no me fiaba de pillar algún bicho o enfermedad, además de que podía ser reconocido por alguien, pero las ganas eran muchas y las pajas ya no me solucionaban esa ansiedad. Los días seguían pasando y mis ganas aumentando, lo que se reflejaba en las discusiones casi continuas. A los tres meses largos, cedió por fin y follamos una mañana, aprovechando que la mujer había salido a comprar. Correspondió de mala gana a mis besos y no me dejó acariciar y lamer sus pechos, argumentando que le dolían y pasé de excitaciones para follarla directamente. A pesar de todo, era tal la calentura que llevaba que me corrí nada más meterla. Por suerte, eran tantas las ganas, que solamente bajó un poco la erección y pude seguir sin parar, estando nuevamente en forma a los pocos minutos. Entonces la follé con ganas. Yo no gemía: Barritaba como un elefante, mientras mi mujer emitía pequeños grititos. -Ah, ah, ah, ha,… -OOOOHHHH SIIIII. QUÉ GANAS TENÍA DE FOLLARTE. OOOOHHHH Mi polla entraba y salía de su coño con suavidad por mi corrida anterior y su creciente ...
... excitación. El plas, plas de nuestros cuerpos chocando sonaba de fondo como acompañamiento a nuestros gemidos. -QUÉ GUSTO. QUÉ PLACER ME DAS, CARIÑO. –Le decía, aunque era consciente de que ella no hacía nada. -Ah, ah, ha… -Era su respuesta. Sentí los dos orgasmos de ella por el cambio de respiración y gemidos, pero tengo que reconocer que me daba igual. Solamente quería seguir metiéndola en ese coño estrecho y caliente. Sentir la presión en el tronco y el roce del glande en su recorrido por el interior. Llegaba a sacarla completamente recorriendo su raja para rozar bien su clítoris a la salida y nuevamente a la bajada, hasta meterla lo más profundamente que me aconsejaba mi conciencia para no causar daños. Tras su segundo orgasmo ya no pude aguantar más y poco después me volví a correr en su interior. Luego me acosté a su lado para darle unos besos cariñosos y acariciarla. Ella se echó a llorar porque había sentido placer dos veces y eso era pecado. Ahora ya estaba embarazada. Tenía que ir corriendo a pedir la absolución de su confesor. Me insultaba diciendo que era un sátiro y que solamente pensaba en el placer y hacerla pecar, entre otras cosas peores. Yo, asqueado, me fui desnudo a la ducha, encontrándome de frente y por sorpresa, a una muchacha que identifiqué como la hija de los porteros. La había visto alguna vez, pero no le prestaba mucha atención. Le calculaba unos quince años, aunque estaba bien desarrollada, delgada, culo redondo y tetas que se apreciaban no muy ...