1. Historia del chip (042): Terapia (Kim 017)


    Fecha: 04/01/2019, Categorías: Grandes Relatos, Dominación Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos

    ... suficiente el pie, tropezaría. Con la práctica no le resultaría tan extraño. Kim cumplió a rajatabla y comenzó a dar cautelosos pasos, con la mano de Mariona agarrándole el codo para servirle de apoyo. A la puerta del baño, sonrió mostrándose satisfecha de su logro. Hizo sus necesidades y se lavó las manos y la cara. Después de pensarlo un momento, humedeció la toalla y se la paso por el cuerpo, para quitarse el sudor. Hizo hincapié en los pechos, las nalgas y los muslos. Le resultaba extraño sentirse tan alta. Sin dejar de mirarse en el espejo, dio cuatro pasos. Los pechos acompañaron a las piernas, las nalgas también. Se dio la vuelta y comenzó de nuevo. Con cada paso, el pecho saltaba actuando como un imán para las miradas. La nalga del mismo lado se encogía para volver a sobresalir. Cada muslo se mostraba alternativamente seductor y alargado. Las caderas iban y venían de lado a lado. Probó subiendo menos el muslo. La altura que tenía que subir era evidente. La acostumbrada con sus tacones sumándole la altura de la plataforma y algo más por precaución. Salió del baño. Mariona seguía allí. Hizo un ademán para ofreceler el brazo y Kim, agradecida, se agarró a él. Consciente de cada paso y del espectáculo, siguió a su amiga para ser devorada por sus hijos. Fue una cena muy agradable dadas las circunstancias. Dos a cada lado de una mesa alta y estrecha, típica de las cocinas. Sentados en unos altos taburetes. Angelina se puso a su lado y la ayudó a encaramarse y sólo cuando ...
    ... la vio bien colocada, se permitió acompañarla. Todo era un problema, la plataforma por sí misma no hubiera sido suficiente agarre en la barra metálica del taburete. Terminó por colocar un pie bien ajustado a una de las esquinas donde su juntaban la barra horizontal baja dónde suelen ir los pies con la barra vertical. El otro pie terminó en el suelo, la punta de la plataforma era lo único que mantenía el contacto. Por suerte, parte del peso se lo llevaba parte de una cadera apoyada en la mesa. Cuando se cansaba cambiaba de pierna. Lo malo era que la postura era un terriblemente erótica. La típica pose de la playmate de la revista, muslos en diagonal, una pierna extendida, la otra doblaba. Por si hacían falta más elementos turbadores, Yann estaba sentado enfrente. Al ser la mesa tan estrecha, a duras penas cabían dos platos enfrentados, los pechos estaban peligrosamente cerca del muchacho. Cada vez que levantaba la mirada, al recoger un poco de arroz o cualquier otra cosa, iba directamente a los pechos que tenía a menor distancia que su brazo. Mariona rompió el hielo cuando le preguntó si sabía de qué color eran los ojos de Kim. Los cuatro rieron un buen rato. Angelina fue la primera en atreverse a curiosear. —Mamá, ¿Nos explicarás por fin por qué tiene que estar desnuda? —No va desnuda, va ataviada de manera sexy— replicó Mariona burlona. Y un cuerno, pensó Kim. A ver como sales de ésta. Por muy buena terapeuta que fuera, no se imaginaba ninguna manera de explicarle algo así a ...
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