1. Historia del chip (042): Terapia (Kim 017)


    Fecha: 04/01/2019, Categorías: Grandes Relatos, Dominación Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos

    ... Unos pendientes que consistían en unos pequeños aros, culminados por una cinta negra y alargada que culminaba pasados los hombros. Mariona se los puso con cariño y dijo en tono medio formal. —¿Ves? Ya no vas desnuda. Ahora ya puedo presentarte a mis hijos. Los llamó. Y no tardaron demasiado en salir, lo que le hizo sospechar a Kim que la estaban esperando. Angelina se parecía a su madre: esbelta y estilizada. Algo más alta. Detrás le seguía Yann, que tenía una altura parecida a pesar de tener dos años menos. Kim comprendió de inmediato que sus pechos quedaban casi a la altura de los ojos de todos. A efectos prácticos, sus tetas se elevaban para facilitar la visión. Era diabólico. En unas cuantas visitas, conocerían sus pechos mejor que ella misma. Sin esfuerzo de ninguna clase, sabrían cuán duros y extendidos estaban los pezones o como oscilaban de lado a lado las ubres. Si no estaban bien echados hacia delante o no los había expandido lo suficiente. La primera visión de los dos adolescentes fueron los globos de carne delanteros y excitados que tanto le gustaban a Roger. Y así sería para cualquiera que viniera a visitarlos. Bastaba que tuviera estatura media. Los dos estaban bien educados y no trataron de tocarla, pero le dieron un repaso visual en toda regla. Kim no sabía que hacer exactamente. Roger siempre le decía que la primera impresión era importante. Quería que la viesen como una persona sumisa, complaciente y deseosa de ser contemplada. No iba a ser difícil en esta ...
    ... ocasión, ni en ninguna otra si llevaba estos zapatones de cristal. Ninguno de ellos llegó a mirarla a los ojos. Hubiera supuesto levantar mucho la mirada, resultaba mucho más cómodo mirar al frente o algo hacia abajo. Kim supuso que tenían indicaciones al respecto. —Es preciosa, mamá. Como dijiste. Esta era Angelina. —Sus pechos son perfectos. Yann, naturalmente. Kim siguió con la barbilla alzada, los hombros hacia y el estómago encogido en su postura habitual. Estaba tan excitada que creyó que se iba a desmayar. —Me alegro de conocer a tus hijos, Mariona. Son encantadores. Tienes una hija guapísima. —¡Lo sé, lo sé! Chicos, poned la mesa. Kim, mientras tanto... ¿Te indico dónde está el baño?— preguntó Mariona —Mejor me acompañas, si no te importa. Todavía no creo que pueda andar sola en este atuendo—reconoció sin tratar de engañarse a sí misma y aparentar una fortaleza de la que carecía. —Claro, te indico dónde es. Espera un instante. Angelina. Ve preparando lo que falta de la ensalada. Yann, puedes contemplar sus pechos durante la cena. Y por favor, tened paciencia. Igual tardamos un rato. Mariona esperó a que sus hijos se fueran antes de indicarle a Kim como debía andar con los nuevos zapatos. Lo mejor sería levantar bien la pierna, hasta que el muslo quedase casi horizontal, sesenta o setenta grados por lo menos. Luego llevaría la pierna hacia delante lentamente y apoyaría los dedos de los pies, o mejor dicha la plataforma elevada para luego apoyar el tacón. Si no alzaba lo ...
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