1. Historia del chip (041): La vuelta a casa (Kim 016)


    Fecha: 27/01/2019, Categorías: Grandes Series, Dominación Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos

    ... imprescindibles. Ya no tenía remedio. —Lin, debes disculparme. Debo llevar siempre la pinza en el clítoris en estas circunstancias. Me he dejado el bolso en el despacho. Tendré que ir a buscarlo— lamentando que su primera vez resultase tan decepcionante. —Está bien. Yo no te he dicho dónde íbamos. No pasa nada. ¿Con una pinza agarrándote puedo hacer lo que quiera y cuándo quiera? — preguntó Lin todavía sin creérselo del todo. Kim se lo confirmó. —Si no me tocas entre las piernas. Lin buscó las bragas y se las puso. Dejo los pantalones colgando del sofá que, por suerte, había en la sala. Por primera vez se preguntó que hacía ahí. —Iremos a buscar una buena pinza por aquí. Hay varios despachos más y unos pocos archivadores. Algo encontraremos adecuado para tu cen... cerebro sexual. Perdona mi atolondramiento. Pensaré en ti como un chico sin condón. Siempre sin protección. Vamos a buscar. Kim hizo ademán de recoger el vestido. Lin negó con la cabeza. —Aquí no hay nadie. Ya puestos quítate los tacones. Kim obedeció automáticamente y se los sacó al modo que tanto le gustaba a Roger, pierna derecha elevada a media altura, fuera el tacón derecho y en un movimiento grácil elevó la pierna izquierda. Siempre lo hacía igual, incluso en casa cuando estaba sola. Sintió como la humedad crecía en su vagina. La moqueta era cálida al tacto de las suelas de los pies. Vio las piernas menudas de Lin, inalcanzables, sabedora de que no tenía derecho a tocarlas. Salieron al pasillo. Lin cerró la ...
    ... puerta cuidadosamente. De dentro afuera se abría para no dejar encerrado a nadie, pero al revés hacía falta llave. Los cuatro elementos que componían su vestido estaban dentro: el conjunto gris de lino, el cinturón rojo y los tacones también rojos. Completamente desnuda, salvo sus pendientes y sin su exiguo taparrabos como en Córcega. Aquí ya no había moqueta, pero no hacía frío. Al comenzar a caminar recordó la arena abrasadora en la playa, el momento en el que llegaban al paseo marítimo y cambiaba el contexto. Sus pies desnudos en el cemento o el azulejo. Notaba alguna rugosidad. Se sentía desvalida. Lin paró por un momento. —Yo también he olvidado algo. Cambiaré la cinta para que se vaya haciendo un backup. Y la dejó sola en el pasillo. La puerta se cerró en cuanto desapareció. No tardó demasiado, pero a Kim le pareció una eternidad. Llevaba los pantalones puestos. El contraste, ella desnuda, Lin completamente vestida y con su calzado, resultaba todavía más incómodo... y erotizante. Cuando habló con su terapeuta sobre ello, recordó lo difícil que le resultó mantener las manos a los lados de manera natural. Las claras directrices resonaron en su cerebro, no resistir con el cuerpo, no usar las manos, en ninguna circunstancia. Sólo informar con un tono neutral. Lin volvió y le agarró la nalga que todavía no conocía íntimamente, como si calibrase diferencias. Ya sin necesidad de levantar vestido alguno. Disfrutaba claramente. El corto paso de Lin no sintonizaba con la zancada de ...
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