Él te observa (Episodio 1)
Fecha: 01/02/2019,
Categorías:
Incesto
Voyerismo
Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos
... desconocí. Me sentí sucio. No podía creer lo que me estaba sucediendo: me estaba excitando la cola de mi propia hija. ¡Mi nena! ¿En qué clase de monstruo me estaba convirtiendo? Quise castigarme con azotes de látigo en mi espalda. Quise reprimir ese fuerte deseo que parecía dominar mis entrañas. Cerré mis ojos y comencé a rezar. Pero mis plegarias no fueron escuchadas. Como poseída por el maligno, una de mis manos descendió hasta mi entrepierna y comenzó a manosearme el bulto mientras la otra aplicaba un buen zoom a la imagen para observar ese culo perfecto en toda su dimensión. Sólo bastaron un par de clicks para que éste se viera grande, en primer plano. Recorrí su curvado contorno con mi dedo índice sobre la pantalla y pude conjeturar la dureza de esos glúteos compactos, que seguro eran tan fuertes como rocas. Inmediatamente liberé mi verga y comencé a masturbarme en forma frenética. Entonces mis represiones religiosas y morales quedaron de lado, sólo quería homenajear el hermoso cuerpo de mi princesa, y en particular ese culo redondo de lozana firmeza juvenil. En algún momento de total abandono reflexivo mi cuerpo saltó de la silla, como obligándome a presenciar ese maravilloso paisaje in situ. Entonces junté coraje y me mandé hasta el living. Iba temblando, mitad por los nervios y mitad de calentura. Llegué con paso dubitativo, escudriñando la escalera en todo momento. Allí pude ver, ya sin cámaras intermediando, a mi hermosa Ali durmiendo boca abajo en el sofá con la ...
... cola al aire. No me cansaré de decirlo: ¡Qué cola! Era bastante más pequeña que la de su madre, pero se la notaba durísima, parecía de acero. Sus exquisitas nalgas brillaban en la penumbra, absolutamente desconocedoras de la ley de gravedad. Me acerqué despacio y estiré mi mano temerosa con lúbricas intenciones: quería tocar esa cola hermosa; pero me arrepentí antes de hacer contacto. Me pareció escuchar ruido en el piso superior y el miedo de ser descubierto en una actitud tan indigna hizo que volviera raudo a mi guarida, en donde me seguí masturbando con locura. Acabé pronto. Mi verga estalló en varios chorros de semen que mancharon el suelo y también el escritorio. No recordaba acabadas tan abundantes. Seguro que la inactividad, sumado al grado de excitación que me había provocado la cola de Ali, me había cargado de leche hasta completarme los testículos. Minutos después, mientras limpiaba el pegajoso desastre que había hecho y me maldecía por mi debilidad espiritual y mi vergonzoso comportamiento, observé la pantalla y pude divisar el movimiento de una sombra en la imagen. Poco después apareció el dueño de esa sombra. Era Daniel. Estaba parado junto al sofá contemplando detenidamente a su hermana. Calculé que el muchacho –quizá sediento– pasaba por ahí en su camino hacia la cocina y tuvo la fortuna de encontrarse con ese paisaje. Con lo pajero que era, seguro que no iba a desaprovechar esa oportunidad. Seguro que ni siquiera en su amplio catálogo pornográfico había visto ...