Él te observa (Episodio 1)
Fecha: 01/02/2019,
Categorías:
Incesto
Voyerismo
Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos
... una cola como esa. Y efectivamente, no conforme con clavar sus ojos en las redondas nalgas de Ali, procedió a acariciárselas sin ningún reparo. Sentí ganas de apersonarme en el living de improviso y darle un buen escarmiento por degenerado, pero recordé que yo acababa de pajearme mirando esa misma carne, y había estado a punto de tocarla. Yo también era un pecador: no podía tirarle la primera piedra. El manoseo de Daniel hizo que su hermana despertara. Ésta se incorporó sentándose en el sofá, todavía medio dormida. El chico le acarició el pelo y le habló algo al oído. Ella asintió con su cabeza mientras se refregaba los ojos con sus dedos. Extrañamente, no tuvo ningún gesto de protesta con respecto al atrevimiento manual de su hermano; como si fuese normal que un chico despierte a su hermana acariciándole el culo. Sólo se puso de pie con cierta dificultad y subió la escalera rumbo a su habitación. Pensé que quizá, entre la borrachera y el sueño, ella no había advertido la improcedente osadía de su hermano; al menos eso quise creer, pero a esa altura tenía un gran desconcierto en mi cabeza. Quizá yo también había bebido demasiado. El sábado las cosas se pusieron peor para mí. Como era de esperarse, Ali se levantó tarde. Ya pasado el mediodía, bajó con una calza gris ajustadísima que hacía que sus nalgas se vieran perfectamente redondas, macizas, bien delineadas por la ostensible hendidura intergluteal –por no decir “la raja del culo”– que, como si fuese la boquilla de una ...
... aspiradora encendida en máxima potencia, se devoraba ferozmente toda la tela dispuesta en sus inmediaciones. Yo no sabía si era la primera vez que la escultural pendeja andaba por la casa vestida en forma tan sugerente o si eran mis ojos los que, a causa de mi descubrimiento nocturno, por primera vez advertían cómo la sensual prenda dejaba en evidencia las inmejorables proporciones de su increíble cuerpo. Me resultaba imposible no mirarle el orto cada vez que me la cruzaba. Si es que llevaba puesta ropa interior, ésta debía ser muy pequeña y seguro la tenía toda metida en la cola. Después de un largo rato de disimulada observación, al fin pude comprobar éste hecho al detectar la tenue huella que dejaba el minúsculo triangulito de una pequeñísima tanga, ubicado por encima de la larga y oscura raya que hacía visible la calza completamente succionada por aquella esférica aspiradora hecha de pura carne. ¡Qué tentación, mi Dios! En más de una oportunidad Ali me descubrió mirándole la cola ese día. Y, aunque en ninguna de las instancias emitió palabra, en una de ellas me pareció percibir una ligera sonrisa en su rostro. Pude sentir el rubor en el mío e inmediatamente intenté desviar la atención con algún comentario corriente, pero temo que mi estremecimiento y mi voz entrecortada me hayan delatado. Ese día aguanté todo lo que pude antes de sucumbir ante la tentación y terminar encerrado en mi despacho, en donde casi muero deshidratado homenajeado el pedazo de orto de la nena. Fue allí ...