-
Cambiador número dos
Fecha: 02/02/2019, Categorías: Masturbación Confesiones Autor: infrarrojo, Fuente: CuentoRelatos
... la cortina no se cierra por completo, te aseguro que cualquiera puede ver lo que ocurre en el interior del cambiador. Es un problema que no se da en el cambiador número uno ―señalé, lo cual era cierto. El espejo del cambiador número dos era de mayor tamaño y abarcaba el ancho de la pared. Jimena echó una mirada indagadora en dirección al cambiador. ―No lo había notado ―dijo, y se quedó pensando―. ¿Te metiste ahí adentro... y lo hiciste? No pude determinar, por medio de su voz, si estaba sintiéndose caliente o pasmada por lo que yo le decía. Entonces se me ocurrió una nueva mentira, que en todo caso me dejaría no como un perfecto degenerado sino como un tipo apenas descuidado. ―No ocurrió tal como lo imaginás ―observé y alcé las cejas―. Mejor te cuento... Pasó un día que... ―Me detuve un instante―. No podés reírte... porque al principio fue más bien vergonzoso. ―¡Contameee! Dale... ―dijo apurada, y en acto reflejo miró hacia la vereda. Tal vez Nancy y Marisa estuviesen por volver. Su voz seguía siendo plana, así que no podía determinar si mi confesión le estaba provocando morbo o ...
... extrañeza. Y no quería arriesgarme. ―Te advierto que no me estaba pajeando... ―dije con total descaro. El rostro de Jimena mostró una ligera sonrisa al oír la frase vulgar. Me gustó notar eso. ―Dale, dale... Contame ―dijo, y volvió a mirar hacia la vereda. Era todo lo que yo necesitaba saber. Al menos le producía curiosidad... ―Un día ―dije mirando hacia la puerta también― me metí en el cambiador para sacarme un par de fotos frente al espejo. Quería enviárselas a una amiga... Jimena abrió los ojos. ―¿Lo hiciste con la cortina abierta? ―No... ¡No! ―exclamé extrañado por la ocurrencia―. Pero aproveché ese momento porque las chicas estaban adelante, arreglando la vidriera. Entonces me desnudé y enseguida empecé a sacar fotos... Quería hacer tres o cuatro para elegir luego la mejor. ―¿Fotos de qué? ―preguntó Jimena con verdadera ingenuidad. Mi respuesta la hizo sonrojar. ―Fotos de mi pija... ―respondí sin dudarlo, y eché a reír. En efecto, y como ambos lo temíamos, volvieron nuestras compañeras de trabajo con algunas gaseosas para matar el calor y nuestra conversación quedó en stand-by. Continuará...