El estigma (2)
Fecha: 19/02/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... mayorcitos, él con veintiocho y tú con veintiséis. Pero hay cosas en las que hay que ser muy juiciosos. A los dos o tres días de llegar Víctor la niña, tu hija, me dijo que tú le habías dicho que su tío Víctor era su papá. Ella estaba muy contenta de tener por fin un papá, y yo pensé que era bonito que tu hermano quisiera proteger así a su sobrina. Pero desde entonces empecé a fijarme en cosas en las que antes no me fijaba, y me di cuenta de que vuestra relación iba más allá de lo que las relaciones entre hermanos suponen: Veía entonces cómo os mirabais, cómo os tomabais de la mano, cómo os enlazabais por la cintura casi que de continuo… Más parecíais novios, recién casados incluso, que simples hermanos… No me equivoco ¿verdad? Doña Elena dijo esto último mientras soltaba un suspiro con el que aceptaba lo inaceptable. Elena le sostuvo la mirada, pero sin desafío en sus ojos al tiempo que era consciente, pues le resultaba evidente, lo que a su madre le costaba tragar esas “piedras de molino”. Al fin, armada de valor, se confesó con su madre. Sí mamá, él y yo nos queremos, nos amamos exactamente igual que vosotros dos, papá y tú, os amáis. Y como vosotros, nosotros también dormimos juntos y hacemos el amor. Pero mamá, en nuestra unión no hay nada innoble, nada sucio, nada obsceno y menos aún degenerado, pues es sólo eso, amor, amor sincero de hombre y mujer, de mujer y hombre. Igual que tú eres la esposa y mujer de papá, yo soy la esposa y mujer de Víctor. E igual que papá es ...
... tu esposo y marido, Víctor también es mi esposo y marido. Y tendremos hijos; mejor dicho, tendremos más hijos, pues la niña, tu nieta, es hija de Víctor y mía. Y a nuestros hijos trataremos de criarles y educarles como vosotros nos criasteis y educasteis a nosotros dos, en la decencia y la honradez… ¡Y esperemos que entre ellos no cunda el ejemplo de sus padres! –Aquí, Elena se rió, haciendo reír también a su madre- Trata de comprendernos mamá, y trata de que papá nos comprenda también. No nos culpéis, ni nos despreciéis, ni dejéis de aceptarnos junto a vosotros… Doña Elena se despidió de sus hijos y les vio marchar aquella noche sabiendo que en tiempo no los vería… Ni tampoco a su nieta. Se sentía extraña. Desde luego, la relación incestuosa que ellos mantenían no le gustaba un pelo, pero tampoco la abominaba. Se sorprendía al comprobar que, realmente, les comprendía. Que dos hermanos se enamoraran de aquella manera podía ser cualquier cosa menos normal. Si le dijeran que era antinatural no sería ella quien tal cosa desmintiera, pero al propio tiempo tampoco lo encontraba tan inmoral, tan aberrante, pues el amor nunca puede ser inmoral ni aberrante porque el enamorado y la enamorada no son responsables de su enamoramiento: Este llega porque sí, porque la Naturaleza lo impone y el sujeto del enamoramiento no puede luchar contra ese fenómeno por entero natural y absolutamente propio de los seres humanos. Sí, su hija tenía razón, ellos dos, su hija y su hijo, se amaban tal y ...