El metro
Fecha: 22/02/2019,
Categorías:
Voyerismo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... y la abrazaba más fuerte, miré a mi alrededor buscando a mis compañeros, pero ellos se habían ido dejándome solo. Bien por ellos, les debería una copa a cada uno desde entonces. No nos podíamos dejar de besar y acariciar. Nos estábamos calentando cada vez más, cada vez nos faltaba más el aire, cada vez nos necesitábamos más. Introduje una mano entre sus piernas, entre sus finos pantalones, acariciando sus muslos, hasta llegar a un lugar ciertamente dulce. Estaba muy húmeda, por suerte el pantalón era negro ya que si no hubiéramos dado el espectáculo. Yo con una erección descomunal y ella con una humedad en un sitio característico, ja ja ja ja. Yo prácticamente no podía contenerme más, en un instante me dejaría llevar y la poseería allí mismo, tal era mi excitación. Ella debió darse cuenta o simplemente se encontraba en el mismo estado de excitación que yo, porque me cogió de la mano y me llevó fuera de allí. En la calle nos seguíamos besando, acariciando y tocándonos cada pocos metros de caminar, ambos estábamos muy excitados. Tardamos prácticamente una hora en recorrer apenas dos manzanas. Cuando nos estábamos besando en un portal la puerta se abrió y salió una pareja acaramelada, se nos debió ocurrir a ambos la misma idea porque evitamos que se cerrara la puerta del portal y entramos dentro. Dentro, agarrados de la mano buscábamos un sitio donde estar más tranquilos. El portal era grande pero diáfano, no había donde ocultarse, aunque fueran las cuatro de la mañana no ...
... nos podíamos quedar ahí en medio. Se me ocurrió una idea, me dirigí a los ascensores con paso rápido y los llamé. La agarraba de la mano con firmeza, no quería que se me escapara, que se desvaneciera como en un sueño. Cuando llegó el ascensor entramos, era grande, para seis personas. Le di al sótano, al garaje, y cuando estaba entre el primer sótano y el segundo lo paré y abrí la puerta interior para que nadie nos pudiera subir. Nos miramos largamente, por fin nos empezamos a besar de forma apasionada, dejamos escapar pequeños gemidos, gritos y grandes suspiros. La temperatura en el ascensor subía de forma espectacular. La empecé a desnudar, la cazadora, la blusa, dejando a la vista esos preciosos y suaves pechos. No pude evitar acariciar sus pezones por encima del sujetados, sopesarlos, liberarte del sujetador y besarlos. Gimió mucho más cuando empecé a chuparlos, suavemente al principio mas luego con una creciente intensidad. Me gustaba, me encantaba saborearla, almacenar en mi memoria cada sabor, cada suspiro y cada gemido que procediera de ella. Me hizo incorporar, me besaba y me iba quitando la ropa, que se mezclaba con la suya en el suelo del ascensor. Cuando me quitó la camisa y juntó nuestros torsos desnudos, notando el contacto con tus erectos pezones no pudimos evitar un tremendo suspiro. Aún me excitó más cuando mordió suavemente los lóbulos de mis orejas, introduciendo dentro su lengua, acariciándome. Eso me excitó muchísimo, tanto que estuve a punto de tener un ...