Me ganaron las ganas
Fecha: 01/03/2019,
Categorías:
Voyerismo
Primera Vez
Tabú
Autor: Arandirelatos, Fuente: xHamster
... embestida.Apoyándome en la pared desca****lada que tenía frente a mí, pude incorporarme lo suficiente como para ver que mis propios vellos púbicos le hacían de enorme barba espesa y tremendo mostacho a la joven escuincla y reí.Ella, sin palabras muy claras (pues aún tenía mi falo entre sus dientes), pidió explicación a mi risa. Cuando se lo dije se enojó tanto que por poco no continuamos, (debí recordar que ella, ante todo, era una rebelde que a la menor provocación se enfadaba). Pero supe convencerla y así...Sobre la cama de sus padres; aquellos a quienes aún no conocía pero de quienes podía ver su ropa esparcida por allí, colgada o tirada de cualquier manera (cosa que hablaba de la ralea de aquellas personas); me ayuntaba a su hija.La chamaca se sintió estrecha desde el principio, cosa harto gustosa. Nunca mujer alguna me había brindado algo igual.La puse de a perrito y abrazándome a ella, con todo mi peso sobre su espalda, la hice mía. Mi cuerpo la cubría por entero mientras me sujetaba de sus antebrazos, que temblaban por el gran esfuerzo de sostener nuestros pesos combinados.Ella gemía de manera que erizaba la piel, daba la impresión de que mis empellones le fueran insoportables pero, a la vez, que le estuviesen provocando un peculiar y lúbrico placer. Eso sólo hacía que me dieran aún más ganas de culeármela, sin darle reposo.No obstante, le di oportunidad de descansar de mi propio peso poco después, cuando le sugerí que ella me montara. Lo hizo con gran divertimento a ...
... la hora de ahorcajarse sobre mí y, de nueva cuenta, la naturaleza de su cuerpo me sorprendió. Vero se meneó en vaivenes propios de una profesional consumada.Cuando volví a ser yo el de arriba, metiéndome entre sus piernas, le dejé ir todo mi peso nuevamente.Por aquellos instantes me preguntaba qué estaría haciendo su hermano. Aquel chiquillo no nos había m*****ado, cosa rara en él. ¿Se daría cuenta de lo que hacíamos acaso?, o sólo había salido a la calle.Tentando más mi suerte aún, no me importó que la cama crujiera bajo nosotros, a pesar de que el chiquillo probablemente nos lograra escuchar. Yo soltaba hasta las últimas de mis fuerzas sobre aquella chiquilla traviesa y la cama crujía y crujía.Mientras oía el rechinar de aquel viejo camastro de madera, sobre el que habían copulado (seguramente) sus propios padres, no dejaba de pensar en ellos:«¿Algún día se enterarán que su propia cama sirvió para que su hijita fuera desvirgada? Que un hombre le entregó todo su peso a tan menudo cuerpo».Su hijita en ese momento era mi compañera de juego, mi pareja, la receptora de mi... Y pensar aquello me paró aún más la verga.Plegué las piernas de la Vero y saqué mi pene de su interior sólo para poderme retirar el condón. Inmediatamente después se lo volví a meter.Sentirla al natural fue sumamente delicioso. Ese calorcito y su textura esponjosa... uy, ¡carajo, qué rico! Sobre aquella chamaca pistonié y pistonié ejerciendo mi mayor fuerza, mi mayor brío.En aquel momento no importaba nada ...