1. LA HISTÓRIA DE MONTSE FERNANDEZ


    Fecha: 07/03/2019, Categorías: Sexo en Grupo Sexo Duro Voyerismo Autor: reininblack, Fuente: xHamster

    ... en consecuencia, a observar con deleitelos encantos que habían sido preparados para solaz suyo.No bien se hubo repuesto de la sorpresa y la emoción causadas por su primera visiónde la beldad desnuda, comenzó a sentir los efectos provocados por el espectáculo en losórganos sexuales que responden bien pronto en hombre de su temperamento a lasemociones que normalmente deben causarlos.Su miembro, duro y henchido, se destacaba en su bragueta, y amenazaba con salir desu confinamiento. Por lo tanto lo liberé permitiéndole a la gigantesca arma que aparecierasin obstáculos, y a su roja punta que se irguiera en presencia de su presa.Lector: yo no soy más que una pulga, y por lo tanto mis facultades de percepción sonlimitadas. Por lo mismo carezco de capacidad para describir los pasos lentos y la formacautelosa en que el embelesado violador se fue aproximando gradualmente a su víctima.Sintiéndose seguro y disfrutando esta confianza, el señor Delmont recorrió con susojos y con sus manos todo el cuerpo. Sus dedos abrieron la vulva, en la que apenas habíaflorecido un ligero vello, en tanto que la muchacha se estremeció y contorsionaba al sentirel intruso en sus partes más intimas, para evitar el manoseo lujurioso, con el recato propiode las circunstancias.Luego la atrajo hacia si, y posó sus cálidos labios en el bajo vientre y en los tiernos ysensibles pezones de sus juveniles senos. Con mano ansiosa la tomó por sus ampulosascaderas, y atrayéndola más hacia él le abrió las blancas ...
    ... piernas y se colocó en medio deellas.Lector: acabo de recordarte que no soy más que una pulga. Pero aun las pulgastenemos sentimientos, y no trataré de explicarte cuáles fueron los míos cuando contempléaquel excitado miembro aproximarse a los prominentes labios de la húmeda vulva de Julia.Cerré los ojos. Los instintos sexuales de la pulga macho despertaron en mi, y hubieradeseado —si, lo hubiera deseado ardientemente— estar en el lugar del señor Delmont.Mientras tanto, con firmeza y sin miramientos, él se dio a la tarea demoledora. Dandoun repentino brinco trató de adentrarse en las partes vírgenes de la joven Julia, falló elgolpe. Lo intentó de nuevo, y otra vez el frustrado aparato quedó tieso y jadeante sobre elpalpitante vientre de su víctima.Durante este periodo de prueba Julia hubiera podido sin duda echar a rodar elcomplot gritando más o menos fuerte, de no haber sido por las precauciones tomadas por elprudente corruptor y sacerdote, el padre Ambrosio. 82 de 107Julia estaba narcotizada.Una vez más Delmont se lanzó al ataque. Empujó con fuerza hacia adelante, afianzósus pies en el piso, se enfureció, echó espumarajos y... ¡por fin! la elástica y suave barreracedió, permitiéndole entrar. Dentro, con una sensación de éxtasis triunfal. Dentro, de modoque el placer de la estrecha y húmeda compresión arrancó a sus labios sellados un gemidode placer. Dentro, basta que su arma, enterrada hasta los pelos de su bajo vientre, quedóinstalada, palpitante y engruesando por momentos en la ...
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