El regalo para mi mujer
Fecha: 09/03/2019,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Dogiju, Fuente: CuentoRelatos
... deportivo y se acabó. Llegó el día, llegamos a un hotel en Salou (Tarragona) y después de instalarnos, le pregunté cuando quería que llamara al masajista a lo que me respondió que cuanto antes, ya que estaba muy tensa y quería probarlo, pues nunca había pasado por una sesión de ese tipo, así que me lo puso a huevo, cogí el teléfono y llamé al chico que tardó una media hora en llamar a la puerta de la habitación. Nos presentamos como si no nos conociéramos y le dio a mi mujer instrucciones antes de iniciar el masaje. La hizo ducharse con un gel relajante que traía él mismo y luego la hizo tumbarse boca abajo sobre la cama de la habitación, cubriendo con una toalla su trasero, dando la sensación de que la cosa era seria y formal. Eso me empezaba a gustar, el chico sabía lo que hacía, así que guiñándome un ojo se dispuso a iniciar el trabajo contratado. Sus manos, impregnadas de una crema de olor agradable, comenzaron a pasar por su espalda y a presionar en lugares que la hacían proferir algún suspiro de bienestar, espalda, brazos, cuello, costados, piernas, no quedaba ni un centímetro de esas partes sin masajear, él sabía hacerlo, sabía en qué músculo había tensión y se dedicaba a relajarlo con su técnica que por el momento complacía enormemente a mi mujer, pues aparte de suspirar cándidamente, observé desde el sillón donde me encontraba presenciando la sesión, como una sonrisa de satisfacción no desaparecía de sus labios. La cosa iba bien. Cuando la tuvo totalmente ...
... relajada, y viendo aquella sonrisa que no desaparecía, el chico me guiño un ojo indicándome así que aquello funcionaba y que iba a pasar a la segunda fase, es decir, al trabajo "extra" que era lo que yo estaba esperando totalmente excitado y expectante. Ella estaba con los ojos cerrados, sus músculos habían sido descongestionados y se sentía tan aliviada que no era capaz ni de hablar, estaba totalmente sosegada, no en estado de éxtasis exactamente, pero tan a gusto que ni se dio cuenta de que las manos expertas del chico, nuevamente embadurnadas de otra crema diferente a la anterior, comenzaron a pasar por sus pantorrillas, subiendo lentamente por sus muslos para acabar masajeando los glúteos con mucha suavidad. La toalla había sido desplazada al mismo tiempo sigilosamente dejando totalmente al descubierto el cuerpo de mi mujer, y las manos del morenazo, con verdadera maestría estaban ahora presionando sus cachetes. Ella permanecía con los ojos cerrados, ni había pestañeado ante aquella acción, y eso era una buena señal, pues indicaba que estaba entrando sin darse cuenta en el juego que la iba a llevar al frenesí en pocos minutos. Yo, espectador silencioso de todo aquello, estaba sentado sin casi poder moverme por la terrible erección que tenía, la visión del chico sobando su cuerpo era todo un espectáculo, y también noté como él ya se estaba poniendo "a tono" pues a través del pantalón blanco se notaba un bulto que mostraba claramente que ya no había marcha atrás, al menos por el ...