1. El regalo para mi mujer


    Fecha: 09/03/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Dogiju, Fuente: CuentoRelatos

    ... momento. Cuando el masajista comprobó que ella no oponía ninguna objeción a sus sobeos, que eran muy precisos por cierto, inició otra maniobra más atrevida. Esta vez, sus manos pasaban por sus glúteos y sus dedos pulgares entraban sutilmente entre sus piernas, rozando casi imperceptiblemente los genitales de mi mujer. Esa era la prueba de fuego, si a esa altura ni protestaba ni cortaba al chico, la operación seguía adelante tal como se había acordado, así que de alguna forma los dos estuvimos expectantes cuando sus manos volvieron a pasar por el mismo sitio y sus pulgares entraron un poco más entre sus piernas. Sorpresa total!! Lejos de decir o hacer nada, abrió las piernas ligeramente permitiendo que el masajista pudiera actuar más cómodamente, así que éste, abriéndole un poquito más las piernas, palpó directamente con la palma de la mano el coño de la hembra ya caliente, rozando su clítoris con el dedo cremoso haciéndole emitir un suspiro, pero ésta vez sin el contenido de candidez anterior, sino un gemido de placer sexual en toda regla. Ahora sí que abrió los ojos y me miró fijamente, sin perder la sonrisa, se pasó la lengua por los labios, humedeciéndolos y giró la cabeza para mirar al masajista, pasándose nuevamente la lengua por los labios en señal de agradecimiento por lo que le estaba haciendo. Éste, al ver que ella ya estaba totalmente dispuesta para lo que iba a venir después, se quitó la camiseta blanca dejando ver su torso fibroso y un cuerpo de escándalo, os lo ...
    ... aseguro. Mi mujer, tal como estaba boca abajo, alargó un brazo y agarró a través del pantalón la polla del chico que estaba dura y preparada para rematar la faena, así que apartando su mano, se quitó el pantalón y quedó totalmente desnudo a su lado. Repito, el cuerpo del morenazo era de película y la sorpresa que nos llevamos mi mujer y yo fue que no contábamos con que la polla del moreno tendría aquellas dimensiones, era enorme, larga, gorda y dura; vamos, de esas que dan envidia, así que me alegré por mi mujer, pues el disfrute estaba asegurado. Sin mediar palabra, cogió un tarro de crema de su maletín y se cubrió el miembro con ella, luego sin dejar de masajearla, la hizo incorporarse un poquito para colocar bajo su vientre las almohadas de la cama de manera que quedaba un poco en pompa. Ella ayudó a ello, claro está, y cuando estuvo bien acomodada, él le abrió las piernas y se agachó acercando su cara al coño de ella. Su lengua comenzó a lamer los labios genitales de mi hembra y ésta ya sin cortarse para nada empezó a emitir grititos y profundos suspiros de placer. El muchacho, viendo la situación ya desatada, comenzó a follarla por detrás, pero con la lengua. Se la metía hasta el fondo y la removía, haciéndola temblar, entraba y salía de ella como si fuera una polla, y así estuvo durante unos minutos hasta que mi mujer, en una explosión de gusto, se corrió salvajemente, convulsionándose y quedando agotada sobre la cama. El chico no le dio tregua, estaba dispuesto a acabar ...