Busco madura (3): Chantaje a la madre
Fecha: 27/03/2019,
Categorías:
Incesto
Sexo con Maduras
Autor: Nazareno Cruz, Fuente: CuentoRelatos
... de la pija. – Qué buena la tenés, me gustan bien gordas, así como… -se atoró la frase al metérsela en la boca. Mientras me deshacía de la camisa, ella me la estaba comiendo, ansiosa y a toda prisa, como si se le escapara el tiempo, mamaba con inusitado deseo, ferviente apretar y agitar de pija, que me estaba poniendo en la cima de mi resistencia, so de tiro lento para la acabada, pero esta forma de mamar estaba poniendo a prueba esta nueva forma de resistir su apasionada y febril mamada. - Para, para… si no paras me harás venir en tu boca… - Sí, y qué, tienes más leche… sigo, necesito esta primera, dámela, dámela! La tenía tomada fuertemente de los cabellos, sus mamadas intensas se complementan con meterme en su boca en una cogida feroz. Las pausas de cuando se atora en las arcadas contribuyen a demorar, poder disfrutar un poco más de las delicias de su boca. – Ya, ya, ya… no puedo, meee… voyyyy. Me largué…, todo el semen acumulado en esos días de calentura se fueron rotundos y urgentes por el caño de la uretra se dilata para dejar fluir el incontenible río de esperma entre los labios de Euge. Un momento candente, loco, pasional, los movimientos compulsivos me incrustaron contra su boca, la esperma buscó el cauce natural de su destino, esta hembra que se comía mis ganas de coger, mi leche en dos tragadas. Euge era una hembra acalorada a destajo, venía de un par de semanas sin garche, yo produje el “interruptus” de ese orgasmo ahora debía responder a su demanda de “carne en ...
... barra”. Esta mujer era algo sorprendente, la fina, suave y delicada esposa y ama de casa, en su antítesis, atrevida, lujuriosa calentona, soez en sus formas, más procaz y obscena que un carrero; esta es la versión más libidinosa es la lujuria. Recién se tendió y abrió de piernas para entrarle con toda la furia, cuando el sonido de un auto deteniéndose en la entrada del garaje nos hizo estar alerta, pero ella no estaba para sutilezas. - La puta madre, este cabrón aparece cuando no debe. Pero este polvo no me lo corta nadie ni nada. Agarrá tus cosas y rajemos para el lavadero. Vamos, estoy muy caliente… Subimos de prisa al cuarto de lavado, trabé la puerta con la escoba. Seguíamos en bolas, alterados pero calientes como una caldera. La senté sobre la lavadora, como le estaban dando cuando la pesqué, ahora es mi turno, sentada, con las caderas en el aire, se la entré de un solo envión. Se ajustó con sus piernas y comenzó el zarandeo de cuerpos, moviéndonos sin control, pero la máquina que sirve de soporte produce ruidos comprometedores. La ropa del canasto esparcida, protege las rodillas en la montada a cuatro patas. La conchita se ofrece abierta como una flor, el culito parece tirarme besos, culo al aire es una invitación al desatino. Calientes al máximo, empinado sobre sus nalgas me mandé de una, dentro de su vagina, a empellones le entró toda, dijo sentir la diferencia, él que me cogía, la tiene más larga pero delgada, esta es gruesota, y eso lo que se siente bonito, se me abre ...