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Repetimos?
Fecha: 22/04/2019, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... sus caderas que me ofrecían un sexo hambriento de caricias. Ella quedó con los brazos apoyados en el respaldo, inclinada hacia delante y los pies en el suelo. Mi lengua atacó su rajita por detrás. Estaba húmeda, dulce, caliente... jadeaba con mis lametones en voz baja. Le besé las nalgas. Luego pasé mi lengua entre ellas, sin profundizar, dejando que rozara el borde de su ano. Olga se estremeció. Lentamente, separé las semiesferas de su culo, observando el agujero tenso y pulsante. Mi lengua recorrió su perímetro antes de introducirse en él todo lo que pudo. Olga suspiró sin ningún pudor. Seguí lamiendo su ano y deslicé mi mano por encima de su coño. Lentamente, ella fué relajando el esfínter, haciendo que mi lengua penetrara más y más en ella. Mis dedos frotaban incansablemente su vulva jugosa, preparándola. Llevé sus fluídos hasta mi verga, para asegurarme que estaba bien lubricada. La situé apoyando el glande en su ano. Me adelanté y le susurré al oído con la voz ronca: – ¿Lo quieres?. – Ssííí...–gimió ella-. P... por ...
... favorrr... Penetré muy despacio en su recto. Sus músculos se relajaban a medida que mi polla se enterraba en sus entrañas. Separó las piernas aún mas, mis pelotas rozaron su húmedo sexo. Me incliné sobre ella y le agarré las tetas. Despacio me moví de adelante a atrás, sujetándola por los senos. Su respiración era fuerte y profunda. Gemía con cada movimiento. Nuestros jadeos se mezclaban. Yo empujaba mis caderas contra sus nalgas una y otra vez. Me levanteé y la sujeté por las caderas, moviéndome más rápida y profundamente. En un momento dado, cambié el ritmo bruscamente y le clavé la polla hasta el fondo. Olga gritó. Suplicó. Pidió. Ahí ya no pude más y me corrí en cuatro embestidas, gritando su nombre. – Oh... Ohh... ¡Olga! ¡OLGA! … –como para haber despertado a la niña. Luego me caí desmadejado sobre su espalda sudorosa. Ella chilló a la vez, fue casi un grito animal. – Sigo prefiriendo que me follen –me dijo luego con el aliento entrecortado–. Pero no me importaría repetir. Y yo pensé en el anuncio de las natillas. Y me reí.